capitulo 4

1333 Words
Gabriel Hoy era uno de esos días en que no salía de una junta para entrar en otra, recorrí la ciudad de un extremo al otro, me sentía exhausto, solo quería llegar a casa, darme un baño, un buen sexo y dormir, pero desde la charla con Lucrecia hace unas dos semanas no he querido llamarla, no he tomado una decisión referente al tema, es decir; sé que no me quiero casar ni jugar a la casita feliz, ella es algo seguro. Igual que no la haya llamado no significa que no he saciado mi necesidad por algo estoy rodeado de mujeres, pero esta noche quiero algo diferente, relajado, sin presión; si llamo a Lucrecia terminaríamos hablando del futuro y hoy no tengo ganas de oír bobadas, Samanta podría llamarla, pero es muy apegada costaría sacarla después de la cama y tampoco tengo ganas de inventar excusas para que se vaya, Valeria es buen sexo, dominante, sabe lo que quiere del mismo modo que yo, pero le gusta dirigir el juego y hoy quiero ser yo el que mande, así que me he quedo sin opciones a la mano, las demás están ocupadas, fuera del país, etc. Ir a un bar y llevar a una desconocida a un hotel no estaría mal, pero tendría que inspeccionar, coquetear y ver si está dispuesta y tampoco tengo ganas ni tiempo, así que aquí estoy, camino a la oficina pensando que estos son los momentos que desearía que una mujer me espere en casa, disponible a mis gustos y necesidades. -Señor Ziegermman, hemos llegado, ¿Señor? Ese grito me saco de mi ensoñación, Petter era mi chofer desde hace diez años, después de Sebastián él era mi amigo y hombre de confianza, le pondría mi vida en sus manos. - ¿Qué Petter?, ¿por qué gritas? - Ya hemos llegado, señor; como no me ha contestado y pareciera que su mente estuviera muy lejos de aquí. - mirándome me dice: -¿Lo puedo ayudar en algo? - Si sabes cómo cambiar el pensamiento de una mujer, me resuelves la vida. No sé por qué están empeñadas en amarrar a un hombre. - Amigo, eso es más difícil que reconstruir el muro de Berlín y sentar a Griegos y Troyanos en una misma mesa sin pelear, ¿por qué?, ¿la señorita Lucrecia está presionándolo o salió otra señorita reclamando un pedazo de usted?. - ¿Quién no quiere un pedazo de este bombón?, pensaba que no hay mujer en este mundo que haga que sea romántico, confiado y muchos menos fieles como para ser más que unas cuantas noches. - Quien sabe amigo, por ahí debe estar una mujer esperando por ti, será la que te cambie la vida. -No, si de algo estoy seguro es que prefiero estar con miles de mujeres que saben que son de momentos a una que parezca santa y sea peor que todas ellas juntas. - Hay un dicho que dice que "cada rey tiene su reina", solo que tú no has encontrado a la tuya, pero cuando lo hagas lo sabrás, eso se siente, créeme, lo sé por experiencia. - Bueno, entonces esperemos a la reina que me va a exprimir hasta la última moneda de mis cuentas y dejarme como venado en corral. - ¿Por qué piensa así de las mujeres?, sé que tiene muchas, he sido testigo de ello, sé que las trata especial, capaz entre una de ellas está la suya y por pensar así no la ve, no le extrañe que sea hasta la señorita Lucrecia. - De todas esas mujeres dime quien ha sido la primera que me diga que no o que le haya costado abrirme sus piernas?. Todas son iguales, todas, unas más que otras, pero lo que buscan es eso, plata, fama, placer y se disfrazan de samaritanas e indefensas; y Lucrecia es la experta en eso, así que si se supone que es mi reina, prefiero seguir como estamos. Y ya me voy que se me hace tarde, recógeme en tres horas. - Sí, señor, pero no olvide lo que le dije. Más tarde en mi oficina estaba revisando las anotaciones que hizo Sebastián cuando fue al hospital Melithes kerls a revisar los avances de la obra, se supone que debería haber ido yo, pero tengo cosas más importantes que hacer que ir a supervisar un hospital, así que mande a Sebastián después de todo es idea de su mujer no?. -Hola hermanito - escuché la voz de Sabrina al fondo de la habitación, estaba parada en la puerta de la oficina y me veía de una manera muy extraña, parece enojada. - Hola muñeca y eso tú por aquí?, y porque tienes esa cara de pocos amigos?. - Nada, solo que me acabo de enterar de que mi esposo no fue a su cita médica esta mañana porque debía supervisar una obra que según yo debía ser mi hermano. ¿Me quieres explicar ese detalle Gabriel? - Primero: siéntate, que ahí parada me recuerdas a papá cuando nos regañaba. ¿Segundo: no sabía que Sebas tenía que ir al médico; se siente mal, le pasa algo? Y tercero: tenía negocios que atender, Sabrina no podía ir. - Pero prometiste que tú ibas a ir, cuando las personas te ven te tienen miedo por lo imponente que eres, por lo tanto, saben que tienen que ir más rápido, no se pasan de listos y eres el mejor arquitecto que conozco. - ¿Rápido?, Pero si en menos de 6 meses ya han avanzado mucho Sabrina, Sebastián sabe hacer su trabajo, ¿o no confías en tu esposo? -Claro que confió en él, pero quería que fueras tú, no él, que conozcas las instalaciones e interactuar con las doctoras para que veas porque quiero hacer este proyecto, no creas, que no me di cuenta de que no te agradaba la idea de que hiciera este donativo. Mi hermana me conoce muy bien, sabe leer mis pensamientos, no podía mentirle, es cierto; cuando empezó a describir sus ideas sobre el proyecto en el hospital pensé que era unas simples consultas, donar algunas pequeñas cosas y pasaría a otra obra o fundación por eso le dije que me llevara los planos para ayudarla, pero cuando se presentó unos días después en mi oficina con los planos, ideas, presupuestos no la había visto tan emocionada desde que nacieron mis sobrinos, Paola y Santiago, Sebastián estaba muy feliz de verla así, era muy raro, se daban miradas como si compartieran algo entre ellos que nadie más supiera, supe que por alguna razón este proyecto significaba mucho para ellos en especial para mi hermana, pero ver el presupuesto de todo lo que nos iba a salir, el tiempo que se va a llevar, todos los materiales que iba a pedir, no me lo esperaba, y al parecer se dio cuenta. -No es que no me agrade, te apoyo, solo que tengo cosas que hacer, Sebastián estaba más emocionado en ir, así que lo deje. - Gabriel, sé que Sebastián le gusta la idea y él va a ver todo bien, pero quiero que tú las supervises vas a hacer mucho más objetivo que él, no quiero que se aprovechen de sus sentimientos por esto. Así que prométeme que vas a ir. Sé que detrás de esas palabras hay algo que no me han dicho, así que hice lo que todo hermano y amigo haría. - Está bien, voy a ir a la próxima, voy a hablar con quien deba hablar, daré mis observaciones y descargaré a quién deba, está bien?. - Sí, maravilloso, cuando vayas te va a gustar todo lo planeado, es más, tengo la corazonada que vas a terminar más enamorado de este proyecto que yo, te lo aseguro - me da un beso y se retira. -¿Sabrina?,- ella se voltea con esa sonrisa tan fresca - ¿sabes que tenemos que hablar, sobre porque están importante este proyecto para las dos verdades? - Algún día, hermanito, algún día.- Así salió de mi despacho, confirmándome que este proyecto no es algo común para ellos, merece mi esfuerzo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD