Narra Gabriel Soledad se retorció las manos en el regazo. Pude sentir que la tensión y la ansiedad se alejabajan de ella. Ojalá hubiera algo que pudiera hacer. No estaba acostumbrado a sentirme impotente. Al menos no desde que era un niño. Me quité el cinturón de seguridad y me deslicé hacia el centro. Puse mi brazo alrededor de ella. De hecho, se inclinó hacia mí, buscando consuelo. Su abuela significaba mucho para ella. Era su única familia real que tenia y comprendía ese sentimiento. —Va a estar bien. Conseguiré los mejores médicos del mundo si es necesario—le dije. Ella me miró, sus ojos estaban llenos de lágrimas. —Gracias—contestó. Llegamos al hospital en un tiempo récord, llegando a la sala de emergencias. Seguí a Soledad mientras intentaba salir corriendo hacia la puerta. No