VICTORIA
Me encontraba siguiendo a Dante por el estacionamiento. No podía dejarlo así después de lo que hizo por mí. Lo seguí hasta el auto, y antes de que pudiera entrar lo tome del brazo y le dije.
-Iré contigo, sino quieres lo entenderé, pero quisiera acompañarte y curarte las heridas que tienes - Se quedo mirándome y me asintió con la cabeza.
-Buscare mis cosas adentro y le avisare a Irina que me voy contigo- me gire e hice lo que le dije.
Una vez dentro del auto el silencio era incomodo, el apretaba el volante con fuerza y se notaba enojado.
Llegamos a su departamento, era amplio y muy masculino, decorado austeramente y con colores grises y negros.
-Ya traigo el botiquín- dijo.
Me quede esperando mientras observaba la casa.
Una vez tuve todo empecé a limpiarle la ceja, el labio y los puños. Él ni siquiera me miraba. Y eso me ponía mal, tan mal estuvo el beso? Me sentí decepcionada.
- Ya esta... quieres que me vaya?- pregunte esperando que dijera que no.
- No... pero si quieres irte, te llevare a tu casa.- dijo sin mirarme.
-Me gustaría quedarme un rato mas...- me mordí el labio, no sé qué estaba haciendo.
En cuanto escucho me miro, sentí que quería besarlo, quería tirarme a sus fuertes brazos, pero me contuve y creo que él se dio cuenta de mi estado, rompió el contacto visual y se dirigió a una pequeña barra, sirvió 2 vasos de un licor o whisky. No era de tomar esas bebidas tan fuertes, pero en este momento las necesitaba.
Una vez tuve el vaso en la mano, hicimos un brindis y me tome de un trago la bebida, sentí fuego en mi garganta, prefería sentir esa horrible quemazón que sentir lo que estaba sintiendo en ese momento por Dante.
Dicen que del odio al amor hay un paso, para mala suerte mía creo que lo había dado.
-Quieres otro trago- pregunto Dante sacándome de mis confusos pensamientos.
-Si, por favor- dije casi en un susurro.
Había perdido la cuenta de los vasos que había tomado, me sentía ligeramente mareada, eso quería decir que era momento de volver a casa.
-Ya es tarde debo irme a casa, me podrías llamar un taxi?
-No, yo te llevo- dijo Dante arrastrante las palabras.
-No puedes conducir en tu estado, además tienes que descansar- dije a modo de reproche, me di cuenta mientras hablaba que me costaba modular. Cuando me levante, sentí que todo me daba vueltas y Dante me tomo por la cintura evitando que me cayera. Nos miramos, se acercó tanto que podía sentir su aliento y me besó tan apasionadamente que perdí cualquier lucha que podría haber tenido con mi coherencia.