CAPITULO 21: PERDIDA DE CONTROL. El beso entre Artem y Liana se intensificó rápidamente. Él sujetó su nuca con firmeza, mientras su lengua hambrienta recorría cada rincón de su boca. El beso, inicialmente feroz, se volvió posesivo, como si Artem quisiera devorarla, reclamar cada parte de ella. Un segundo después, la estaba presionando contra el tocador, su cuerpo duro y musculoso pegado al de ella, transmitiendo un calor y una fuerza que la envolvieron completamente. Liana, lejos de ser pasiva, respondió al beso con la misma intensidad. Dominada por un hambre que no sabía que tenía, siguió los movimientos de Artem, tratando de igualar su posesividad. Era su primer beso verdadero, y cada segundo que pasaba le gustaba más, sintiendo algo que jamás había experimentado. Él, impulsado por el