CAPÍTULO 43: ELLA ERA SUYA. Artem abrió la puerta del auto con brusquedad. Sin mirarla, metió a Liana en el asiento del copiloto y cerró la puerta de un golpe seco. Antes de rodear el vehículo, lanzó una mirada afilada al guardaespaldas que observaba nervioso desde la distancia. —Tú y yo hablaremos mañana —le advirtió amenazante. El joven apenas reaccionó cuando Artem ya estaba subiendo al coche. Encendió el motor y arrancó a toda velocidad. Liana, furiosa, miraba fijamente por la ventana, ignorándolo por completo. Artem, por su parte, apretaba el volante con tanta fuerza que sus nudillos se volvieron blancos, conteniendo mucho más que palabras. Cuando se estacionaron bruscamente frente a la mansión, ella intentó abrir la puerta de inmediato, pero estaba bloqueada. Exasperada, se giró