CAPITULO 57: AMENAZA DIRECTA. La bandeja voló por el aire, chocando contra la pared y los restos de comida se esparcieron por el suelo mientras la mucama contenía un grito de sorpresa. Liana, con el pecho agitado por la rabia, se mantuvo firme frente a la mirada asustada de la mujer. —Señorita, debe comer —dijo la mujer en un tono tembloroso—. Es orden del señor. —¡Vete al diablo! —replicó, sin apartar la vista de la puerta—. Dile a tu señor que no comeré nada. La mucama retrocedió, nerviosa, y en ese preciso momento, la puerta se abrió lentamente. El aire en la habitación pareció congelarse cuando Víctor apareció en el umbral. Vestía un traje de tres piezas impecable, n***o como la noche, con una camisa blanca que resaltaba el contraste. Su corbata era de un gris oscuro, ajustada con