CAPITULO 78: MI UNICA JOYA. Esas palabras la atravesaron como una descarga, y sus dedos se hundieron con fuerza en el cabello de Artem, aferrándose a él, buscando más de esa sensación. Cerró los ojos, permitiéndose disfrutar de su toque, de cómo su lengua jugaba con su piel, encendiendo cada rincón de su cuerpo. De repente, él regresó a sus labios, apoderándose de ellos con un hambre renovada. Su mano, mientras tanto, apartó la tela de su tanga, encontrando su clítoris con una precisión que la hizo arquearse contra él. El placer la sacudió con cada movimiento de sus dedos, mientras las lenguas de ambos jugaban en una danza incesante y sensual. Gemidos ahogados llenaron el baño, cargándolo de deseo y una electricidad que hacía que todo a su alrededor desapareciera. Artem siguió jugando c