CAPÍTULO 75: COLLAR DE LA DISCORDIA. La subasta comenzó con una pieza sencilla: un anillo de oro con un pequeño rubí en el centro. Sin embargo, ni Liana ni Artem mostraron interés en la joya. La atención de Liana se encendió cuando presentaron un par de aretes de diamantes, brillando con delicadeza bajo las luces del salón. André, notando cómo los ojos de Liana se iluminaban, se inclinó hacia ella y le susurró al oído: —¿Te gustan? Ella asintió suavemente, sus labios apenas esbozando una sonrisa. Sin decir más, André levantó la mano para hacer una oferta. Desde el otro lado de la sala, Artem observó la escena, su expresión oscureciéndose. Maldecía internamente la cercanía entre ellos. «Maldito idiota… Tocándola como si fuera suya», gruñó Artem, entrecerrando los ojos. «No se la pondré