La llevó hasta la habitación, la sentó en la cama despacio. Le estaba costando demasiado controlarse, muy bien podría dejarla en la cama levantarle la falda, hacer a un lado las bragas y poseerla sin contratiempos. Y eso fue lo que terminó haciendo, la levantó de la cama y le abrió la blusa tirando de ella con las dos manos, los botones saltaron por doquier, deslizó las manos por su espalda para desabrochar el sujetador y liberó sus senos, enseguida y con desesperación bajó las manos por sus caderas, levanto la falda hasta la cintura y de un tirón desgarro las bragas. La tomó por las nalgas y la levantó, ella enredo sus piernas en sus caderas y sus senos quedaron a la altura de su rostro, la besó, lamió, saboreo y chupó sus pezones que al contacto de su lengua se endurecieron. Camino con ella en brazos hasta la encimera de la cocina y la sentó, se separó apenas para bajarse los pantalones y ella también tiró de su camisa que dejó al descubierto los esculpidos pectorales y el abdomen plano, lo abrazo rozando sus pezones erguidos contra su pecho. La tensión se hizo insoportable y casi con violencia la penetró, ella abrió más las piernas y se inclinó hacia atrás para dejarlo entrar más profundamente. Se deslizaba con desesperación adentro y afuera de ella, una y otra vez, hasta que ya no pudo controlarse más y el clímax lo recorrió de pies a cabeza eyaculando dentro de su esposa, esta vez había perdido por completo el control y no se retiró a tiempo. La tenía abrazada por la cintura manteniéndola cerca, cada ciertos minutos el cuerpo de ella se estremecía y las piernas le temblaban, pensar en eso lo excitaba, saber que siempre que le hacía el amor alcanzaba el orgasmo. Pero se controló, no era momento para seguir cediendo a sus deseos como si fuera un adolescente, Mariana todavía tenía muchas preguntas que contestar. Se separó lo suficiente para acomodarse los vaqueros, la camisa podía quedarse abierta. Le tomo la cara entre las manos y después de un beso fugaz la confronto, colocó las manos a sus costados sobre la encimera.
_ Bueno, todavía espero obtener algunas respuestas.
_ Te llame. — trato de acomodar su ropa lo mejor posible
_ ¡Aja! y te dije que estaba muy ocupado.
_ Te deje mensajes por Skype, w******p y luego apagaste los teléfonos. Mi teléfono tenía la batería baja.
_ ¿Dónde estabas?
_ En una sala de urgencias.
_ ¿Por qué, qué pasó?
_ Todo el día me sentí mal, un poco deprimida y cuando salí a comer hacía mucho sol, el autobús se tardó una eternidad, comencé a desesperarme, me sentí mareada y creó que me desmaye, casi caigo al suelo pero alguien alcanzó a sostenerme. Lo demás no lo recuerdo bien, creo que me llevaron en coche a urgencias, me dieron un calmante, me tomaron la presión y al poco rato me quedé dormida. Cuando desperté el doctor estaba checando mi presión otra vez y me dijo que tuve una crisis nerviosa muy fuerte que necesitaba hablar con un familiar y ver a qué servicio médico cargaban la cuenta, entonces te llame y no me dejaste decirte nada, colgaste. No era necesario quedarme solo pagaba la cuenta y podía irme, pero tú no contestabas mis mensajes y te llame a todos los números, incluso al trabajo pero no estabas.
_ Si, ya lo sé, lo siento. Si hubiera sabido, no hubieras pasado por todo eso.
_ Yo lo sentí más, pero no porque un extraño tuvo que pagar la cuenta del hospital. Si no porque el que es mi esposo no puede tomarse dos minutos para atender una emergencia de su mujer. Pero la verdad, ya no quiero hablar de eso, lo que quiero es estar contigo, disfrutar del poco tiempo que me puedes dedicar — lo acercó y de nuevo abrió las piernas, las enlazo a su cintura — Podrías solo… besarme — lo beso y mientras le hablaba al oído se lo explicaba gráficamente — acariciarme, hacerme el amor, ¡por favor!.
_ Si claro, pero… necesitamos hablar.
_ No, hoy no. Mañana, todo lo que quieras. ¡Por favor si, por favor! Gerardo — le tomó la cara entre las manos — Nunca te he pedido nada ¿cierto? Y… esta vez te-te estoy rogando, suplicando.
La beso, le tomó el rostro entre las manos y las deslizó por su cabello hasta llegar a los hombros y lentamente le quito la blusa, el sujetador, la falda y los zapatos. Ella se ruborizó cuando él se apartó lo suficiente para contemplar su desnudez a la luz de la luna que se filtraba por el ventanal que tenía a sus espaldas. Terminó de quitarse los pantalones y se acercó para tomarla en brazos y llevarla hasta la ducha, le ayudó a lavarse el cabello, le enjabono la espalda y una vez limpia la envolvió en una toalla para secarla. La dejó sola para que se cepillara el cabello, mientras él calentaba la cena.
_ Se que ahora no quieres hablar; sin embargo, necesitamos hacerlo. No voy a presionarte, me tomaré la mañana para hablar y me contarás todo sin omitir un solo detalle — dejó por un momento los cubiertos para mirarla — ¡Todo Mariana, todo!
_ Yo también necesito hablar contigo, había pensado pedirte precisamente eso. Y tomaremos decisiones importantes, mucho y sobre todo yo.
_ Sería mejor si me lo dices directamente y te dejas de rodeos.
_ Mañana ¡por favor! Ahora solo quiero disfrutar este momento a solas contigo.
_ Si terminaste, puedes esperarme en la cama, yo me encargo de todo esto.
Se levantó de la mesa, se había puesto un hermoso camisón que la hacía lucir muy bella. Tenía el semblante triste, le había pasado algo más que solo un ataque de nervios y estrés. Además las cosas que decía, el tono llevaba un trasfondo, tomó una decisión estaba seguro que era definitiva. Y el presentimiento de que todo tenía que ver con su desinterés por ella, su apatía, el exceso de trabajo, su alejamiento s****l y ni qué decir de su promesa no cumplida por buscar un embarazo. Podría perderla si no organizaba sus prioridades, pero ser padre era una responsabilidad para la que nunca se sentiría lo suficientemente preparado. El trabajo en ese momento era excesivo y no veía cercano el día que disminuyera, le era imposible tirarlo todo por la borda, mucho tiempo le había dedicado ya. No pensar, le había dicho ella, por esa noche no pensar en nada más que en disfrutarse mutuamente. Bueno eso era lo que ella quería y realmente no era una mala idea. Dejó todo listo en la cocina, fue al cuarto de baño y cepillo sus dientes. La encontró ovillada en la cama, lloraba silenciosamente y temblaba, se recostó a su lado y la abrazó, con el pulgar secó sus lágrimas y la beso. Al instante sus piernas bajaron, se acercó a él, respondió sus besos con avidez, con pasión. La hizo rodar para tenderla de espaldas, se quedó sobre ella unos minutos mientras aspiraba la fragancia de su crema en el cuello. La suave y fresca seda de su camisón le rosaba la piel, descendió besándola delicadamente desde el cuello hasta los senos, después de dedicarle unos minutos a esa área fue bajando lentamente besando la piel por encima de la tela, se detuvo sobre el abdomen mientras levantaba el camisón y dejaba al descubierto la suave piel de su vientre. Debajo del camisón llevaba las diminutas bragas que hacían juego, una combinación delicadamente femenina de encaje y seda. Siempre le pareció que la ropa era una pérdida de tiempo, prefería su cuerpo completamente desnudo entre sus brazos; sin embargo, aquellas bragas lo embelesaban. Apenas podían cubrir los delicados genitales femeninos, depositó un fugaz beso que la hizo estremecer de anticipación. Las piernas de su esposa descansaban sobre sus hombros y se estremecía de placer mientras la besaba, apartó la tela y delicadamente con los dedos separo sus labios vaginales y expuso ante su mirada el interior, la beso y la succiono despacio, mientras ella se debatía sobre la cama y le acariciaba el cabello con las manos. Su lengua le hizo el amor, hacía mucho tiempo que no la amaba de aquella manera y había olvidado lo mucho que le gustaba hacerlo. Se arrodillo sobre la cama, la levantó para que quedara sentada sobre él, ella lanzó un pequeño grito de sorpresa y lo beso en los labios, delineo el contorno con su lengua y luego la introdujo abriéndose paso entre sus dientes. Le quitó el camisón pero le dejó las bragas puestas, metió una mano entre sus cuerpos para apartarlas y la penetró, ella gimió al sentirlo dentro y comenzó a moverse rítmicamente sobre él, se abrazaron y besaron hasta que los dos llegaron al orgasmo. Lentamente se inclinó hacia delante cubriendo su cuerpo con el suyo y recostó la cabeza sobre su pecho, ella lo acuno entre sus brazos mientras le acariciaba el cabello distraída, minutos después su abrazo fue perdiendo fuerza y se quedó dormida. Se quitó de encima y la atrajo hacia sí rodeándola con sus brazos, rescato el edredón para cubrir sus cuerpos, al mismo tiempo ella se acurruco más contra él.