Los meses pasaron tranquilamente, entre los cuidados excesivos de Paula, los comentarios sarcásticos y mal intencionados de Gaby, la cortesía indiferente y apática de su suegra, la amabilidad nerviosa y culpable de Eduardo. Cada vez que Marco estaba en casa, todos volvían a la vida, era como si saliera el sol en un día nublado, incluso Rodolfo y sus hijos que eran relegados a segundo plano por Gabriela, se sentían diferentes. Solo Mariana no brincaba de alegría, ella era la que mas contenta debería estar ¿no es cierto?, ver al héroe nacional regresar sano y salvo de la batalla, el futuro padre. Su regreso era motivo de fiesta en la casa, una cena especial y todos reían y conversaban felices, la gran familia perfecta. Si, ¡Claro! Mariana lo disfrutaba “horrores” literalmente. Lo único que