Sabía que no debía hacerlo y mucho menos sin el consentimiento de Raquel, y peor aún, en su ausencia; sin embargo, no pude soportarlo, yo tampoco podía controlar el impulso y mis perseverantes ganas de verlo una vez más. Decidí responder su mensaje hasta el día siguiente y desde ese momento no dejamos de enviarnos mensajes, en los cuales él insistía en verme. A decir verdad no tuvo que insistir mucho, yo acepté imprudentemente y fue después de aceptar que pensé en las consecuencias. Quedamos en vernos al día siguiente, aunque él quería verme ese mismo día y yo a él también, no podía, ya que era de tarde y ese día en la noche tenía que ir al prostíbulo, en donde me enfrenté a Roger, por haber golpeado a Angie. Afortunadamente, como él mismo lo dice yo soy “su mina de oro” y castigarme