Podía ver a Sophie y Maggie limpiando mesas a través de las ventanas de la cafetería, mientras charlaban y reían a carcajadas. Me senté en los grandes y cómodos asientos del todoterreno del señor Nansom, había intentado salir, pero las puertas estaban cerradas.
—Te acompaño—. Dijo, su voz aterciopelada parecía rodearnos en el silencioso coche.
—No, yo—dije volviéndome hacia él, pero una aguda mirada suya me hizo cerrar la boca de golpe.
Salió del coche rápidamente y se dirigió hacia mí, abriéndome la puerta. Le di las gracias en silencio y me adelanté a él con una sensación de déjà vu.
Abrí de golpe la puerta de la cafetería, manteniéndola abierta para él detrás de mí y él entró detrás de mí, tan cerca, que podía sentir su aliento acariciándome suavemente, caminé más rápido sin querer
