Tara Orr y Logan Hotman era un tipo de pareja demasiado diferente a lo convencional, ambos tenían una mente muy liberar para enfrascarse en la promesa del amor eterno o un te amo. Más que nada, ellos se prometían aventura, muchas noches de alcohol y sexo desenfrenado.
Logan había conocido a la modelo en uno de sus trabajos, él era fotógrafo y Tara al ser modelo era lógico que coincidirían, fue como un gusto a primera vista, realmente no tenían una relación como tal, era más bien un pasar un buen rato juntos y de eso ya iban a hacer cinco meses, no pensaban en desprenderse del otro cuando ambos se daban lo que más les gustaba. Ninguno de los dos había conocido tanta libertad en una relación y eso al mismo tiempo los hacía sentir unidos el uno del otro.
—¿Recuerdas las orgías a las que asistimos con las universitarias? —Tara mencionó mientras estaba en su portátil, sentada en la sala.
—Sí. ¿Por qué? —Logan musito sin alejar la vista de la televisión, estaba buscando que ver.
—La chica pelirroja de esa vez, me está invitado a una fiesta que va a hacer el fin de semana. —Tara sonrió algo entusiasmada. Logan soltó un mohín nada convencido—. Sabes como terminan esas fiestas. —Trató de persuadirlo.
—Aquellas veces no estuvieron tan buenas como creí que estarían, así que no. Si quieres ir tú, está bien. —Siguió buscando en la televisión.
Tara cerró su portátil de manera ruidosa y de malas, dejándola aún lado del sofá. Se subió sobre Logan a orca jadas y le quito el control remoto para que le hiciera caso.
—No sé que hacer contigo, me rindo. —Exclamo frustrada—. Deja eso por favor. —Aún seguía viendo hacia el televisor.
—Vale, te pongo atención. —Se disculpó tomando a Tara por la cintura. Le dio un beso fugas en los labios y ambos sonrieron.
—¿Qué quieres hacer entonces? —Se encogió de hombros. Logan se tomó el mentón pensativo.
—¿Por qué no vamos a tu club y escuchamos la presentación de Lucas, mientras pensamos en algo más divertido que hacer? —Alzó una ceja expectante.
—Sería bueno. —Tara sonrió y empezó a desvestirse—. Pueda que nos encontremos con Bruno y su novia. —Logan entorno los ojos, no tenía nada en contra del amigo de su novia, pero la verdad no era de su agrado—. Apenas ayer lo vi, después de mucho tiempo. Ya sabes, se volvió un mandilón.
—¿Y por qué será? —dijo sarcástico.
—Supongo que el amor. —Tara sonrió y Logan casi se echa una carcajada.
—O tal vez la chica sea muy buena en la cama. —Tara empezó a besar el cuello de su novio.
—Es muy linda y sexy, además de ser muy exitosa. —Logan soltó un gemido en cuanto Tara comenzó a menear sus caderas de enfrente hacia atrás.
—¿La conozco? —Ahora su curiosidad había surgido.
—Deberías, sale en todas las revistas de negocios. —Logan tomó el culo de Tara y lo apretó con decisión, para que el roce fuera más intenso.
—Pues debería conocerla. —Sonrió y beso a su novia con lujuria desenfrenada, la recostó sobre el sofá, deshaciéndose de toda prenda que estorbara entre los dos.
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Mía alzó su celular y le marcó a Bruno, era una persona muy impaciente, aunque se imaginaba lo peor era mejor saber en ese momento a estar todo el día con la incertidumbre. Su corazón latió fuerte al escuchar cada tono de llamada y escuchar un "Hola" del otro lado del parlante.
—¿Qué pasa? —Dijo nerviosa. Hubo silesio y luego una risa nerviosa. Mía frunció el ceño. ¿Eso era una buena señal?
—Verás amor. ¿Recuerdas a Tara? Mi amiga de la universidad...
—Sí. La supermodelo. —Mía respondió llevándose el lápiz de madera que sostenía entre sus dedos, a su boca.
—Ella tiene un club en el centro de la ciudad y quería saber si querías ir un rato y despejarte de lo sucedido anoche. —En otra situación la rubia se hubiera negado, pero no ahora que su relación estaba tan mal, así que accedió.
—Claro, cariño. —dijo con dulzura.
—Genial. Pasaré por ti a las diez de la noche. ¿Está bien? —Bruno estaba tentando terreno del otro lado.
—Está bien amor. Te amo. —Bruno colgó sin responder el afecto, aun así Mía sonrió emocionada, no le gustaba salir, pero por su novio haría el intento de pasarla bien y resolver sus problemas porque de verdad no lo quería perder.
Se puso en marcha sobre sus asuntos del día, al menos podría trabajar con más tranquilidad sabiendo lo que Bruno había querido decirle esa mañana. A las seis en punto tuvo su última cita con una pequeña familia que había adquirido una casa en los suburbios. Después de eso, regreso a su apartamento donde se duchó, eligiendo un vestido acorde al lugar donde irían, la mayoría de su guardarropa gritaba elegancia y oficina, juvenil para su edad, pero recordó que tenía un hermoso vestido rojo que le llegaba justo debajo de los muslos, lo demasiado corto para llamar la atención de cualquier hombre.
Se maquilló y peino, plancho un poco su cabello y se puso unas zapatillas altas, color plata, mientras estaba en ello escucho la cerradura del apartamento, abrirse, avisándole que Bruno había llegado por ella, sonrió sobre el espejo, le gustaba su aspecto aunque siempre recordará lo que había debajo de este. Negó con la cabeza desasiendo cualquier pensamiento dando vuelta cuando Bruno entró a la habitación, el castaño la escudriñó de pies a cabeza y sonrió al ver lo hermosa y sexy que era su novia.
—¿Lista? —Mía asintió mientras tomaba la mano de su novio. No tenía idea de lo que le esperaba en aquel club.