Frederick llevaba un sobre todo n***o que le daba un aspecto sombrío pero elegante. Había planeado quedarse una noche más en la empresa, pero no podía conciliar el sueño, porque le preocupaba que a Sheryl la hubiera atrapado la tormenta de esa noche. Al final, no pudo contener su angustia y condujo de vuelta a casa en la madrugada. Cuando entró, le entregó el paraguas a uno de sus sirvientes y se dirigió a las escaleras. En ese momento, vio que Cindy bajaba a toda prisa y su expresión le decía que había ocurrido algo grave. La detuvo y, con el ceño fruncido, le preguntó: —¿Qué ocurre? —Señor, por fin ha vuelto. La señorita llegó a casa esta tarde bajo la lluvia y ahora tiene mucha fiebre. Yo estaba a punto de llamar al médico —le dijo nerviosa y corrió a la sala de estar para ll