Las sonrisas podían tener muchas implicaciones había aprendido, y mientras algunas podían denotar la mayor de la simpatías, otras solo se quedaban en meras burlas. Eso es lo que puedo deducir de la sonrisa que me dedica el agobiante Héctor Heinz en su nueva consulta. Y sí, seguía vivo este nuevo año. —¿Quién lo diría Aidan? ¿Qué llegarías a cumplir dos años teniendo como asistente a una mujer? — comentó alegre el viejo ese. —¿No se supone que debes estar elogiándome a mí, no a ti por ello? — estábamos en la usual consulta de toda la vida. Para este entonces era cierto, Elle se había ido metiendo poco a poco en mi vida laboral. Nos veíamos todas las mañanas, y cada vez le asignaba más y más trabajos, incluso algunas veces la requería por encima de Federico. Las razones que evitaron que d