—No puedes hacer eso, yo soy tu compañera, tu esposa, no tu prisionera, Jarl —chilla Katrina con la decepción chorreando por su mirada. —Por supuesto que puedo y ya lo estoy haciendo. Me conoces, Katrina, sabes bien que si intentas resistir será peor para ti. —¿Qué va a pasar con mis estudios y mi trabajo? El salario que gano allí es mi sustento —Solloza la joven, con angustia. —Eres mi esposa, mientras que estés aquí no te va a faltar nada. —¿La conexión que dijiste tener conmigo era falsa? —Jarl emite un resoplido al oírla. Katrina empieza a sollozar —¿Qué es lo que quieres de mí, Jarl si ni siquiera me amas? Jarl se levanta y la toma de la cintura, la tira a la cama y se pone encima de ella. Katrina se aterroriza de pronto. —Lo que quiero es follarte de todas las maneras posible