En Tierra de Pinares, un hombre, rubio y de profundos ojos azules, baja de su jet privado luego de haber estado un par de meses fuera de su país. Su porte elegante y desdeñoso llama la atención de todas las mujeres a su paso, quienes voltean a admirar tal espécimen. Ragnar permanece indiferente de lo que pasa a su alrededor, concentrado en una llamada telefónica sobre uno de sus tantos negocios que tiene alrededor del mundo. Su asistente personal, Octavio, lo espera, a un lado, atento a lo que pueda necesitar su jefe. —Espero que su viaje haya sido tranquilo, alfa Shadowfang —dice Octavio colocando bien su saco. Ragnar cuelga su llamada antes de prestarle atención. Lo observa de pies a cabeza, como es su costumbre, antes de contestar a cualquier consulta que él le haga. —Buenos días,