Ya en las afueras del edificio, Katrina camina a pasos presurosos por las calles totalmente iluminadas con la luz de la luna. Lo único que puede rescatar de esta desastrosa visita es que ya sabe dónde queda ese dichoso departamento de Ragnar. Aunque, después de ver lo que vio, no sabe exactamente para qué le sirve esta información. Por unos segundos se siente atrapada en una sensación extraña, está sofocada, con la boca seca, su corazón empieza a golpear su pecho con tal intensidad que parece que va a salir disparado de ella. Se recuesta por un muro mientras intenta recomponerse antes de avanzar. ¿Qué rayos le pasa? —Katrina, espera hija, por favor —Paula le habla desde unos pasos atrás cuando por fin logra verla—. No vayas tan a prisa. —Yo… lo siento mucho por irme así —responde ell