Sostengo sus mejillas y profundizo el beso. Belli me sostiene el cabello y tira, haciéndome perder el poco control. Deslizo mis manos por su espalda hasta llegar a sus nalgas y siento cómo se tensó al sentirme. —¿Qué demonios ocurre aquí? —la voz de Craig me hace despegarme de Belli, y jadeamos desesperados. Tenerla en mis manos aumenta mis ganas por ella y cada vez es más difícil soltarla. Tampoco ayuda su olor, es mi perdición. Sostengo su mano, necesitando sentir su toque. Busco la voz de mi amigo y sale de la tumba de Leyla. —No les pedí que lo dejaran —les reclamo a todos. —Lo hicimos, dudo que hubiera venido con nosotros —dijo Selig, el calvo. Los estoy identificando mejor. —Él estaba feliz por deshacerse de nosotros —comentó Reuben y no despega la mirada de Craig. En eso se