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Ahogada en prejuicios

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La esperanza es como una luz que fácilmente se puede apagar, pero a través de la perseverancia y la resiliencia esta puede recuperarse. Esa misma perseverancia es la que influyó a Amira Farhad a cavar un túnel en el sótano en cual estaba encerrada y volver a encontrar la luz que tanto anhelaba hallar...

Y fue esa luz, la que le hizo labrarse un camino donde tuviera como trampolín la verdadera calidez de una familia, con sus altos y bajos, junto con el regalo más preciado que podemos encontrar, incluso en circunstancias desafortunadas e imprevistas, el amor... ¿Pero cuál es la decisión acertada cuando ese amor es absolutamente prohibido?

'CONTINUACIÓN DE UNA GUERRA PARA CONOCERTE' .

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Capítulo I
—¡Amira ven aquí ahora mismo, es momento de que te estés lista porque va a llegar tu padre a la casa y no quiere conseguirte harapienta en el momento de cenar, quizás trae invitados! —Grita mi madre como es de costumbre. Ella no suele hablar. —En un momento voy a bajar mamá, estoy en proceso de estar decente. —Respondo con elocuencia sin evitar distraerme. En un modesto dormitorio de la pujante ciudad de Damasco Siria, un país sumamente fabuloso, la cuna de la civilización, con centenares de lugares históricos, me dedico a alisar mi cabello con ímpetu, creyendo que tengo el mundo a mis pies, porque vivo en un buen lugar. Mi familia tiene una buena posición económica y aún no me han comprometido con nadie. Me miro en el espejo en silencio, me observo e internamente como externamente me siento hermosa, tengo que destacar que el concepto de belleza en el islam, la religión que profeso... Es muy diferente a la forma e historia occidental. Mi belleza externa, solo puedo apreciarla completamente en ocasiones, porque se me ha inculcado que debo guardarla de forma exclusiva para mi cónyuge, con la excepción de poder mostrarme de forma genuina ante las personas que no me miren con lujuria, que quiere decir... Algunos familiares. Llevo puesto un vestido color verde esmeralda, que me hace ver impecable. Una de las lecciones más importantes que me han enseñado, es que debo hacerme reconocer por mis logros, no por mi belleza. Y que mi hermosura espiritual es lo más valioso, como me gustaría que todas las mujeres de mi localidad pensaran de esa manera. Ya estoy casi lista para bajar a cenar junto con mi familia, he decidido llevar la Shayla, incluso cuando voy a cenar con mi familia, ya que mi padre puede traer a alguien extraño y se armaría un problema... Se trata de una pañoleta que va enganchada a mis hombros con la cual envuelvo mi cabeza dejando solo mi cara entera al descubierto... No recuerdo el momento en que se me consultó si quería ocultar mi cabello, pero por ahora no tengo intenciones de molestar... Mis padres me han permitido ir a la universidad, no todas las mujeres tienen ese privilegio por estos lados, no es que ninguna lo tenga... Ese es un mito que corre fuera de la zona, que las mujeres árabes no tienen acceso a estudiar y prepararse... Muchísimas de las mujeres de la zona tienen estudios superiores y trabajos cualificados, la cual es mi principal aspiración, pero simplemente unas otras tienen la mala suerte de tener un carácter blando y dejarse imponer desprenderse de su futuro por un matrimonio. Conservando la calma, la resiliencia y la tranquilidad, podré conseguir lo que tanto anhelo. Bajo de mi habitación y visualizo a mi madre poner la mesa, ha colocado un puesto demás, lo que me hace deducir que evidentemente va a venir alguien con mi padre a cenar... Mi hermano menor, y el único que tengo, se encuentra viendo caricaturas en la sala de estar, sin ningún tipo de intención de serle útil a mi madre en la tarea que ejecuta... Él tiene 14 años, y yo 20, a su edad ya podía servirle de apoyo a mi madre para buscar platos y cubiertos... Pero ese no es su caso, se le ha inculcado que los hombres no deben realizar tareas domésticas y él lo considera deshonroso... Y una vez más soy consciente de que no estoy en posición de emitir reclamos en contra de los principios que nos han impuesto y me aproximo a proporcionarle ayuda a mi mamá. —Mi vida te va muy bien ese color. Luces preciosa con ese tono de verde... Aunque creo que estás subiendo de peso, así no será posible que encuentres un buen marido. —Espeta mi madre mientras esculco entre los trastes para encontrar las servilletas que deben ser colocadas en la mesa. Ese es uno de los más grandes problemas de mi cultura, se nos repite constantemente que las mujeres somos como un diamante y por eso no debemos ir expuestas, que no podemos ser tocadas ni admiradas por extraños debido a que solo tienen acceso a los diamantes las personas que realmente tienen los medios para obtenerlos... Y no es que únicamente hablen del dinero y lo económico... Si no de la persistencia, compromiso, entereza y ganas... Pero, por otro lado... Se nos exige estar delgadas, con dientes derechos, cabello radiante, si es que tenemos la aspiración de encontrar un buen prospecto... Lo que me enoja más de la situación, es que no he ganado peso, tengo una contextura media, no soy una muchacha demasiado flaca pero tampoco demasiado gorda... Soy gorda para las chicas delgadas, y flaca para las personas de contextura más gruesa, podría resumirse con que me encuentro en el medio... Y no me siento en disgusto con mi figura, al contrario, me agrada y estoy conforme con ella. —Amira está muy gorda madre, no sé por qué se ha quedado como en la nada pensando quién sabe que cuando le has dicho que esta como una indeseable cerda. —Dice en tono de burla mi hermano sacándome de mis usuales divagaciones. —Ayub, considero que deberías cerrar la boca, ¿no te han enseñado a respetar el cuerpo de una dama?, emitir críticas respecto al físico de una persona es un hábito desagradable y de mal gusto, no debería de ser permitido a nadie. —Suelto mirando de forma acusadora a mi madre. —Sí, sí, y sí Ayub. —Canturrea mi madre. —, esas no son maneras discretas de darle un consejo a tu hermana, considero que debes disculparte por tus modales. —Son las únicas palabras que emite mi madre mientras sigue concentrada en poner la mesa de la forma más perfecta posible. Decido ignorar el comentario de mi progenitora y me dispongo en ir a la cocina a verificar que todo esté en orden. —¡Que gusto verla señorita Amira! —Exclama Salam, la señora de servicio de mi familia. —Buenas tardes Salam, ¿cómo te encuentras?, ¿puedo servirte de ayuda en algo? —Le pregunto. —Sí querida, ¿podrías deshojar esas coles?, las necesito y estoy ocupada preparando el postre. —Se excusa con pena. Acepto la tarea encantada, mientras observo a Salam trabajar arduamente. Ella no es demasiado mayor, tiene aproximadamente 45 años, lo supongo por su jovialidad y amabilidad... Porque físicamente aparenta un poco más. Su situación es muy lamentable y por eso mi madre le contrató, su esposo le abandonó por una mujer europea hace 7 años junto a su hija Noha, con la excusa de que se sentía 'pecador' después de haber trabajado en Francia y darse cuenta de que había estado mal casarse con su prima... Salam... Madre de su única hija. La endogamia... Es una costumbre común en los países islámicos, se trata de casarse con alguien con quien compartes un ancestro reciente. Y al su esposo vivir en otro país con una cultura totalmente ajena a la nuestra, se sintió horrorizado y arrepentido de sus decisiones, o quizás de la decisión que tomaron sus padres... Y decidió finalmente abandonar a Salam, a su triste suerte, ella no ha podido recuperarse de esa trágica vivencia, y Noha menos... No he tenido demasiado trato con ella porque es unos pocos años menor y bastante callada, pero puedo notar la tristeza y decepción en su mirada. —¿Le parece que así es suficiente cantidad de coles Salam? —Le pregunto, mientras me lavo las manos para sacar el fuerte olor de mis manos. —Sí señorita Amira, muchísimas gracias por su gentileza al ayudarme. —Afirma con gratitud. —No tienes que agradecerme Salam, ¿voy a comer de ahí también, no? — Profiero entre risas. Regreso al comedor y mi madre se encuentra reclinada tejiendo lo que parece un pañuelo, aprovecho su distracción para sacar a colación un tema para el que necesito que ella se encuentre relajada. —Madre, falta 1 año para que culmine mi carrera de psicología, soy la mejor de mi año y por ende pretendo aprovecharlo. Quiero realizar mi postgrado en Londres. —Atropello las palabras, asustada por su posible reacción. Mi mamá suelta sus instrumentos de tejer y la pieza que estaba construyendo y se pone las manos en la cabeza, recitando algo como "Ilumíname de paciencia"... Hasta que dice entre gritos: —No sé que es lo que debo esperar de ti Amira. Siento que te he educado de mala forma, te permitimos ir a la universidad con fe de que quisieras formar parte del Ulema y hacernos sentir orgullosos, pero por lo visto tú solo sabes jugar a contrariarnos, tu padre no va a consentir que te vayas a Londres a no ser que estés casada y tu esposo sea tu protector. — La escucho y me siento culpable por juzgar cada una de sus palabras, mis padres y su constante manía de querer complacer a los demás por encima de lo que puedan desear ellos mismos o sus cercanos... ¿A quién se le ocurre querer obligarme, con el carácter y vivacidad que siempre he poseído a dedicar mi vida a estudiar la ley islámica y la sharia?, es inaudito. Me hace pensar que no me conocen. Literalmente a eso se refiere Ulema, a dedicar los conocimientos que puedo adquirir a esos estudios, el término hace referencia a "los que tienen conocimiento"... Yo considero que la fe se lleva en el corazón y se muestra en los buenos actos, no es necesario conocer todos los textos para tener fe. —Mamá, ya voy culminando mi carrera de psicología que es lo que me apasiona. Y he dejado en claro que no voy a casarme hasta culminar todos mis estudios y conocer a la persona que yo ame y me dé mi lugar, libertad, respeto e igualdad como somos merecedoras todas las mujeres. —Enuncio haciendo peso en mi última frase. —¿De dónde sacas esas cosas de igualdad Amira?, sin lugar a dudas tú tienes muchas ideas desordenadas en la cabeza. — Siento como si una flecha atravesara mi estómago en este momento, ¿por qué le parece una novedad la palabra igualdad?, yo abogo por la igualdad completa de todos los sexos, tanto en la vida pública como en la privada, y por la justicia sobre todas las cosas... Y estar a favor de esas cosas no está en contra del Corán, al contrario... Están plenamente arraigadas a él. En nuestro texto sagrado está escrito de forma tácita que el hombre y la mujer somos iguales en cuanto a su humanidad, ¿entonces si tenemos la misma composición, que nos impide tener los mismos derechos?, considero aborrecible anteponerse a ello... Pero bien, no puedo forzar a mi familia a abrir su mente a lo real, a traspasar una cultura arcaica fundamentada en el que dirán de los vecinos... Decido finiquitar la conversación con mi madre sentándome en el otro extremo de la mesa intentando rezar... Quizás profesar algunas oraciones pueda calmarme. Llego a la conclusión que por mujeres como mi madre, aunque suene tosco de decir... Somos consideradas las mujeres musulmanas como mujeres oprimidas, haciendo juicio de nuestra religión... Sin saber que el problema no es la religión, el problema son las personas... Constantemente se nos acusa de admitir la poligamia, siendo esto detestable a mi juicio... Debido a que tengo el conocimiento de que ese fenómeno fue permitido en el islam porque la población demográfica de mujeres en el mundo en esa época era mucho más elevada que la de los hombres, y con el fin de que las mujeres pudieran satisfacer sus necesidades sexuales, sociales, familiares, era a través de un matrimonio compartido... Pero eso fue hace mucho tiempo, en una situación de guerra... No es lo mismo en tiempos actuales, y aun así se nos condena por ello, por la ignorancia. —Amira, ¿podrías decirme la hora? —Suelta mi hermano Ayub con impaciencia. —Son las 6:45 PM, ¿qué es lo que pasa con eso? —Le respondo alzando a la voz. Doy por sentado que aún me encuentro alterada por el altercado que tuve hace muy poco rato con mi madre. —Es que... —Balbucea—, papá cierra su negocio y manda a cerrar los otros a las 6:30 pm y no ha llegado, eso es raro. —Suelta Ayub como si estuviera pensando en algo muy complejo. Mi madre ignora completamente nuestra conversación y los comentarios emitidos por mi hermano y hace como si no nos estuviese escuchando. No tengo deseos de interrumpirle para preguntar a qué se debe la tardanza de mi padre... Él tendrá sus motivos, todos le conocen en las cercanías de su trabajo, si algo malo estuviese pasando fuéramos los primeros en enterarnos, han empezado a correr los rumores de ataques hace unos pocos días atrás, pero por ahora no son más que rumores, ninguna de las personas que residimos en la localidad queremos hacernos demasiadas ideas respecto a la situación, mientras que otras han estado huyendo de forma apresurada o vendiendo sus propiedades a un costo bastante alejado de la realidad, para obtener el dinero suficiente para irse del país y tener aunque sea un poco para invertir en otro lugar y empezar una nueva vida lejos de la amenaza de guerra... Muchos de ellos comentando que escogen países de América latina como destino, ya que en esos sitios son un poco menos opresivos con la imposición de la cultura local y respetan el hecho de que un inmigrante llegue con su propia religión, vestimenta, cultura... Y a pesar de que puedan hacer bromas con respecto a lo que para ellos es diferente, no es como que si lanzarán piedras o escombros cuando ven a una mujer musulmana como en algunos parajes en Europa en donde incluso se prohíbe el uso de Burka. No es como que a mí me parezca una prenda muy bonita y cómoda... Pero si considero que así como algunas mujeres hacen campañas para pedir respeto si se encuentran usando ropa un poco más sexy de lo acostumbrado y que entienda que no es una invitación para abusar de ella, ni siquiera de forma verbal... De la misma manera que apoyo su causa libertaria de que cada persona debería vestir con lo que se sienta más conectada y cómoda, opino lo mismo con respecto a las mujeres que deciden emplear Burka o Niqab, estoy totalmente en contra de todas las sociedades que perciben el hiyab como un símbolo de opresión, ya que el Corán manifiesta que es tu elección si llevarlo o no... No es algo obligatorio... Aun cuando soy consciente de que muchas familias obligan a sus hijas a llevarlo, pero ya eso no es responsabilidad del islam, sino de sus participantes... Allah no oprime ni obliga. Nuestra relación con él, es personal. —Amira acompaña a Salam a la cocina y traigan la comida, tu padre y la visita no han de demorar demasiado en llegar. —Resopla mi madre de forma distante. —Perfecto mamá. —Respondo con tono cortante de vuelta. Salam y yo traemos lo que ella estuvo toda la tarde preparando al comedor, dando cháchara en voz baja respecto a la variedad de platos que preparó. No pasan demasiados minutos cuando el timbre de la casa suena y mi madre se aproxima a atender la puerta. Ayub y yo nos miramos sabiendo que no se trata de mi padre porque él no tendría necesidad de tocar el timbre, así que nos quedamos postrados cómodamente pensando en que se trata de una vecina que necesita de un favor. Mi madre vuelve a tomar asiento y trae consigo una canasta de dulces y los acomoda en la mesa, cada vez más me siento más impaciente de averiguar el motivo de tantas atenciones para ser un día común y tantas formalidades. Hasta qué... Escucho el retumbar de los pasos de mi padre y su estruendosa risa, conjugada con la voz de una persona extraña. Me siento erguida y espero con ansias el momento en que se aproximen a la sala. Ayub sale corriendo a abrazarle como todos los días y le reclama por haberse demorado un par de minutos, mi hermano detesta la impuntualidad, constantemente hace juicios sobre sus compañeros de secundaria por entrar tarde al salón de clases o cuando van a hacer cualquier tipo de reunión con fines de estudio y alguno llega demorado. —Buenas noches, Amira querida, y mejores aún para la mujer más bella del mundo. —Expresa mi padre mientras se dirige a darle un beso de saludo a mi madre—, hoy viene conmigo Naim, es el hijo de mi primo y quiere conocerlos. —Asienta mi padre mirándome fijamente. Sabía que este momento llegaría y no esperaba que fuera tan cercano... No estoy preparada para que me ofrezcan como un pedazo de carne en el mercado, cuando decida casarme va a ser con alguien que yo haya escogido para que sea mi esposo, no con un mojigato que no tenga el suficiente carácter para enamorar una mujer con su personalidad y recurra a conseguir una por las recomendaciones de su tío. —Buenas noches, papá, ¿cómo te ha ido hoy? —Pregunto ignorando la presencia de Naim. —Perfectamente bien cariño. —Hace una pausa. —, Naim hijo, puedes tomar asiento al lado de Ayub, en frente de mi hija. —Afirma con detenimiento. La noche transcurre de forma incómoda, teniendo que evitar encontrarme con la mirada ansiosa de este joven que vino con la intención de comprometerse conmigo... Aunque no lo han manifestado de forma definida, conozco bien el procedimiento a través de los chismes de pasillo, no soy la primera que tiene que pasar por esta situación, es el día a día de las mujeres en mi región, recibir propuestas de matrimonio de hombres completamente desconocidos. —Amira, después de ofrecido el postre quiero que le cuentes a Naim sobre ti. —Son las fatales palabras de mi padre intentando ocultar que se trata de una orden. Asiento con desgana y no pasan demasiados minutos cuando mi madre corta en trozos la tarta que cocinó Salam. Decido romper el hielo y dejar de parecer una mujer sumisa haciendo lo que mi padre me ha pedido. —Eh, bueno Naim, ¿qué tal?, como ya sabes mi nombre es Amira, porque mi papá se llama Amín. Soy estudiante de psicología, decidí hacer mi postgrado en la ciudad de Londres, no tengo deseos de casarme hasta que no sienta que el amor ha tocado de forma inminente mi corazón y sienta... Esa conexión instantánea con alguien, y mucho menos interrumpir mi carrera por causa de un matrimonio, ¿y tú, que aspiras? —Pregunto con espontaneidad, como si se tratara de preguntar cuál es su color favorito. Mi madre ha suspirado como si se tragase todo el aire de la habitación y Naim ha abierto mucho los ojos quitando de su rostro su expresión apacible. La reacción de mi padre es lo que me ha hecho temer...

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