Capítulo 19

2280 Words
La música suena fuerte mientras caminamos entre cuerpos. El bar se va llenando a medida que las horas trascurren, pero estoy más atenta a Kikyo quien camina a paso apresurado. El vestido verde pegado al cuerpo le queda estupendo con esos altos tacones plateados. Kikyo acapara miradas mientras camina con un movimiento sexy de caderas. Entramos al baño y ella cierra la puerta. Hay dos chicas riendo mientras miran su teléfono. Kikyo se recarga del lavamanos y me mira fijamente. Eso antes de que una lenta sonrisa se pasee por sus labios y me haga fruncir el ceño. —Eres la mejor Kag, ¿te lo había dicho?—pregunta mirándome fijamente. Ella se acerca y coloca sus manos en mi rostro. —¿Qué?—ella plata un beso en mi mejilla y me giña un ojo girando hacia el enorme espejo para acomodar el escote de su vestido. —Buen plan el que armaste con Naraku, no negaré que no me gustó que lo beses, pero fue todo por mi bien. Aun cuando tú detestas a Naraku siempre haces todo por ayudarme, eres increíble—asiento aun confundida. Ella se peina mejor y hace poses frente al espejo. —Kikyo, ¿por qué no terminas con Naraku?—pregunto haciéndola girar para vernos frente a frente—creo que estás bien con Inuyasha y no necesitas de ese imbécil. Naraku es un hombre que no vale la pena, bien sabes que la relación que mantenían no era sana para ninguno. Te costó mucho deshacerte de él y dejarlo ir, porque sé que lo amabas, pero si ya cortaste esa parte, corta todo de raíz. Quiero que seas feliz—ella asiente para suspirar luego. —Sé que quieres lo mejor para mi Kagome, aunque... Quiero a Inuyasha, de eso no te quede dudas, pero no puedo luchar contra lo que siento por Naraku. ¿Has sentido esa clase de deseo que te quema la piel?—cuestiona y suspiro porque conozco perfectamente ese sentimiento. Eso es lo que pasa cuando Inuyasha y yo damos rienda suelta a eso que sentimos. —Si—susurro girando el rostro en otra dirección porque me siento mal. Ese sentimiento es por el hombre que ella quiere. —Eso me pasa con Naraku. Es más, de lo que pueda procesar. Él aparece y no pienso, solo actúo—paso las manos por mi cuello y la miro fijamente. —¿No lo dejarás ir?—pregunto y ella desplaza una lenta sonrisa. —Lo siento Kag, no quería que esto te salpicara de esta manera, pero ya no hay marcha atrás. Los quiero a ambos. Naraku lo entiende, Inuyasha puede ser feliz en la ignorancia. Porque los quiero a los dos—niego dando pasos atrás. Las chicas terminan y salen dejándonos solas, solo con la música que tienen afuera sonando abarca el lugar. Ella parece arrepentida, pero yo también. No tengo moral para siquiera querer opinar qué está bien o mal en la vida de Kikyo. Yo estoy haciendo algo peor que es traicionar la confianza que ella deposita en mí, pero también comprendo lo que quiere decir con Naraku. Porque a pesar de saber que está mal que desee de esta manera enfermiza a Inuyasha no puedo desligarme de lo que siento. De solo pensar en él tocándome de la manera en lo hace, me enciendo. Él representa todo lo que puede hacerme mal, porque hace que la moral que tenía se vaya. Todo por un momento de pasión, de pecado... De peligro. —Tú sabrás lo que haces Kikyo, soy tu amiga, pero no estoy de acuerdo con tu manera de actuar. Un día Inuyasha descubrirá todo y solo Dios puede saber cómo reaccionaría—ella rueda los ojos y suspira. —Inuyasha me adora, pero no me toca Kag. Por más que trato de que vaya a más él se niega, casi parece culpable cuando le propongo hacer el amor—ella me mira—¿crees que es virgen? Tal vez por eso tiene miedo de entregarse a mí, porque cree que tengo más experiencia y tal vez tenga miedo de no complacerme—aguanto las ganad enormes de reírme que me entran. ¿Inuyasha virgen? Eso es lo más divertido que he escuchado. Un hombre que me habla sucio, que es el pecado carnal más ardiente. Un hombre que sabe cómo tocarme para hacerme enloquecer. Nada en Inuyasha grita virgen—aunque si lo es me encantaría lanzarlo al lado oscuro, pensándolo mejor sería increíble—ella lame sus labios y yo suspiro. —Estás loca, mejor volvamos a la mesa que estoy segura que Naraku puede arruinar todo. No confío en él para nada, así que cuídate de ese hombre Kikyo—ella asiente ante mi expresión seria—no le des mucho poder a Naraku porque acabará contigo si lo haces. Él tiene sentimientos malos que no me gustan y puede que parezca una entrometida en tu vida, pero no puedo dejar que te hundas y eso es justo lo que pasará si le das poder a ese hombre—ella asiente y dándome un guiño sexy deja el baño. Yo solo me miro al espejo. Mis ojos chocolates aun cuando tienen maquillaje, noto que se ve un poco el rastro de que hubo lágrimas. Acomodo mi coleta y saco del bolso mi labial para retocarlo. Tener que fingir con el idiota de Naraku no me agrada, todo sea por Kikyo. Soy la peor amiga de la historia. Con ese pensamiento salgo del baño y vuelvo a la mesa encontrándome a Kikyo sobre las piernas de Inuyasha comiéndole la boca. Naraku bebe rápido las cervezas mientras Sesshomaru teclea en su teléfono. Miroku y Sango hablan y yo quiero irme de aquí. Regreso a la mesa y me siento. Miroku enfoca sus ojos en mí y le sonrío para que no comience a maquinar como solo él sabe. —Ayúdame Kagome—habla Sesshomaru en cuanto llego a la mesa. Enfoco sus ojos en él y le sonrío—vamos—asiento tomando su mano cuando él la tiende para mí. Camino hasta la mesa de Rin sin mucho preámbulo. Hay dos chicas con ellas que callan cuando nos ven llegar y detenernos en su mesa. Rin levanta la mirada y nos enfoca, o bueno, enfoca a Sesshomaru y parece viajar lejos de aquí mirándolo con apreciación. —Buenas noches, sabía que te me hacías conocida, Rin—digo con una sonrisa. Ella se pone de pie y se acerca a nosotros. —Sí, Kagome, ¿cierto?—asiento y ella mira a Sesshomaru. —Sesshomaru Taisho—saluda besando el dorso de su mano. Ella sonríe en esta acción y asiente a él—¿te molestaría que te invite a bailar?—cuestiona Sesshomaru dándole su mirada más encantadora a la hermosa chica que abre sus labios color rosa sorprendida con lo que dice. Miro a Sesshomaru porque este hombre no se va por las ramas, él va directo al punto. Sonrío mirando como las mejillas de Rin se sonrojan de manera furiosa mientras mira a sus amigas quienes ha escuchado todo y la animan con sonrisas y dedos arriba. —¿No te molesta? Digo, eres la novia y... Me rio sin poder evitarlo mientras ambos negamos con rapidez. —No somos novios, somos amigos—ella sonríe y asiente—nos vemos luego, diviértanse—les guiño un ojo y vuelvo a la mesa. Me siento y siento como si estuviese yendo a juicio aquí. —Kagome—dice Kikyo sobre Inuyasha—¿por qué no sacas a bailar a Inu?—Miroku me lanza una mirada de confusión mientras que Sango nos mira a todo con cara rara. —Más tarde, ahora quiero estar un momento aquí—me tenso cuando Naraku deja un beso en mi cuello y Miroku aprieta su mano en la botella mirándome con mucha confusión, pero no dice nada. Sango mira la hora y maldice. —Lo siento Kagome, tengo que volver a casa, mi hermano pasará la noche conmigo—me guiña un ojo—pero diviértete preciosa y no dejes que nada arruine tu momento—ella se acerca y besa mi mejilla antes de besar la de Miroku. —Miroku, ¿podrías acompañarla a su casa?—pregunto y él me mira sospechoso—no quiero que tome taxi, ha bebido—Sango niega con una sonrisa. —Por mí no te preocupes—le hago señas a Miroku y él se pone de pie. —Vamos, yo te llevo—ella le sonríe y me giña un ojo. —Está bien, adiós—se despide de todos y la veo alejarse junto a mi mejor amigo. Kikyo me da miradas y me hago la loca porque no sé cómo actuar con ella cerca e Inuyasha cerca. Pensar en bailar con él me pone los pelos de puntas porque sé que no seré capaz de contenerme y aceptaré a cualquier locura que a ese bastardo se le ocurra. —Naraku, ¿cierto?—habla Inuyasha dándole una larga mirada y luego sonriendo. Ese bastardo, me mira y enarca una ceja, casi puedo escuchar su voz susurrar: No me hace competencia. Sus ojos se entrecierran mientras toma una botella de cerveza que una chica trae y bajo mi atenta mirada la bebe. Veo la manera en la que el líquido baja por su garganta y quedo como idiota queriendo más. Quiero beber de sus labios. Ese pensamiento hace que junte mis piernas y mi estómago se sienea como si lo apretaran. —Sí, soy Naraku—responde el hombre a mi lado mientras saca un cigarro y se pone a fumar prácticamente sobre mí. Detesto ese jodido olor y tener que aguantarlo me hace querer el puto premio a la amiga del año. Estoy a nada de mandar a Naraku al infierno. —Kagome es muy buena amiga, ¿cierto?—quedo de piedra ante la pregunta. Kikyo lo mira con confusión y ese maldito no pierde la sonrisa—ella es la consejera para ayudarme con mi chica—Kikyo sonríe mientras pasea la mirada hasta detenerse en Naraku. Lindo, todos en esta jodida mesa somos unos jodidos traidores. Kikyo engaña a Inuyasha con Naraku e Inuyasha engaña a Kikyo conmigo. Una jodida locura a la que he venido a parar. —Sí, ella sabe cómo mantener a flote nuestra amistad. No sabía que necesitabas consejera para que vayas bien con tu chica, no pareces de esos hombres que necesitan de consejos para conquistar a alguien—lo reta Naraku mirándolo fijamente. Inuyasha sonríe como si nadie hubiese notado el reto en sus palabras. —Por algo sigue a mi lado, por algo la hice mi novia, ¿no crees?—tomo una cerveza y dejo el líquido deslizarse por mis labios. Naraku no dice nada más y solo sonríe mirando a Kikyo antes de tomarme de la nuca y besarme. Cierro los ojos mientras hago conteo en mi mente de los segundos que dura esta falsa de beso. Cuando él termina se separa y sonríe mirándome con diversión, sabe que estoy odiando cada segundo aquí. Kikyo me vuelve a lanzar una mirada y luego mi teléfono vibra. Lo saco y veo el mensaje de Kikyo. Distrae a Inuyasha, Estaré con Naraku un rato. Por lo menos una hora o dos. Ella me guiña un ojo, bien Kikyo. Si eso quieres, eso tendrás. Regalo mi mejor sonrisa a la mesa y enfoco mis ojos en Inuyasha. —¿Quieres bailar?—pregunto y él asiente. Me levanto y camino a la pista, está sonando una canción que habla de follar y es sexy. Busco el lugar que no sea visible a nuestra mesa antes de sentir esas manos grandes en mi cintura y pegue mi espalda a su pecho. Comienzo a moverme dejando que el aroma de Inuyasha se mescle en mis fosas nasales de manera deliciosa. —Kagome—susurra en mi oído y mi piel se eriza—no pensé encontrarte aquí, no pensé que fueses una descarada esta vez, tentando de manera peligrosa—sigue hablando mientras muevo el culo hacia él restregándome—¿sabes lo que provocas?—pregunta y niego. Me doy la vuelta y me pego a él como si bailara un reggaetón lento y sucio. Lamo mis labios cuando veo esos ojos dorados brillar con las luces de la pista de baile. Inuyasha parece olvidar donde estamos porque me acerca tomando mi cuello entre sus manos. Su boca queda cerca de la mía y saber que cualquiera puede descubrirlo me hace suspirar, él es juguetón lamiendo mi labio inferior importándole una mierda todo. —Inuyasha—susurro y él sonríe soplando mis labios, su cálido aliento acaricia mis labios y ahora soy yo la que sonríe un poco. —¿Qué tan pecadora puedes ser esta noche, Kagome?—pienso en todo lo que me ha pasado. Desde Abi hasta todos los problemas que trajo la llegada de Kikyo e Inuyasha. Lo miro fijamente. —Todo el pecado que tú puedas dar, Inuyasha—sus ojos brillan excitados con mi respuesta mientras sonríe. —Recuerda esas palabras Kagome, porque te prometo arder esta noche—como si estuviese bajo su hechizo asiento. —Queda esperar como lo harás Inuyasha—esa es mi última palabra, eso antes de que él tome mi mano y me haga caminar. Ya es muy tarde para retroceder. Lo siento Kikyo, me dijiste que lo distraiga, lo que no me dijiste es el cómo lo iba a hacer.
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