Capítulo 20

2239 Words
Este capítulo contiene escenas +18 Pensé que iríamos a mi casa o a la suya, pero Inuyasha me hace entrar en un departamento que desconocía. El edificio queda algo alejado por lo que nos tomó casi una hora llegar. Es amplio, lindo y tiene una linda vista. No soy capaz de apreciarlo porque inmediatamente pongo un pie en el lugar Inuyasha cierra la puerta y me gira para besarme como un demente. Gimo en sus labios importándome mierda el mundo y las consecuencias que pueda acarrear lo que hacemos, ahora solo quiero que él haga arder mi cuerpo como lo hizo en el baño de mi casa o como lo hizo en los recuerdos que tengo. El beso es apasionado porque ninguno nos damos tregua moviendo nuestros labios con autentico salvajismo. Él chupa mis labios y luego es mi turno mordiendo los suyos mientras mis manos recorren su pecho sobre la camisa que lleva. Gimo cuando sus manos van a mi culo dándole un apretón que me enciende como siempre que él me toca. Nos movemos sin mirar nada, hasta que mi culo da con el brazo del sofá donde él me sienta y abre mis piernas para meterse entre ellas. Sus manos comienzan a tocarme y se siente delicioso. Mi lengua navega en su boca y jadeo enloquecida. Es la primera vez que siento tanta pasión con un hombre. Al parecer esto solo me ocurrirá con Inuyasha, porque no recuerdo que otras experiencias sexuales me hagan enloquecer de esta manera, nadie lo ha logrado, solo él. Con desespero busco quitar los botones de su camisa para sacarla de su cuerpo. Inuyasha comienza a besar mi cuello con una sensualidad que me hace gemir echando la cabeza hacia atrás y dejando de hacer la tarea que tenía. Cuando va a mi clavícula es que logro quitar su camisa. La saco de su cuerpo con desespero y lo aparto un poco para deleitarme con la vista de su cuerpo desnudo. Lamo mis labios y veo como esos ojos dorados brillan con mucho deseo y oscuridad en ellos. Es atrapante, atrayente y me tiene jadeando porque es como sentir que todo lo que nos rodea ahora es este incesante deseo que quiere ser consumado una y otra vez hasta que ambos saciemos la necesidad del otro. Levanto una mano y toco sus pectorales bajo su atenta mirada. Mis labios se posan en su pecho y beso y lamo con sensualidad. Los cuadritos marcados me prenden como nada. Maldición, es que yo caigo y caigo por él. Por momentos como este. Mi lengua sale a lamer en una línea mientras lo miro, los ojos de él no pueden estar más oscuros. Lamo sus pezones y una sonrisa se extiende por su rostro cuando paso al otro. En el sexo siempre he sido más suelta, como dice Inuyasha, parece que cambio porque no tengo vergüenza alguna en mostrar lo pervertida que puedo llegar a ser. Inuyasha toma la cola de mi cabello deteniendo mis movimientos y como él tiene la manera de manejarme, vuelve a besarme mientras trata de quitar el botón de mi pantalón. Yo lo aparto yendo yo misma por el. Me quito los tacones lanzándolos a un lado mientras él quita su pantalón. Lo bajo quedando en bragas y la blusa puestas. Inuyasha se acerca con una sonrisa y es quien me saca la blusa dejándome en sujetador y bragas. Lame sus labios y quita el sujetador lanzándolo lejos. Ahora él puede vislumbrar las cimas fruncidas de mis pechos esperando la atención que se, él les dará. Inuyasha no me decepciona cuando sus manos masajean con suavidad y luego con rudeza. Sus dedos son más codiciosos cuando los pellizca haciéndome gemir. A este punto la humedad en mi entrepierna ya es evidente. Desde que él me habló en el bar de esa manera y las expectativas que me formé de camino aquí, fueron suficientes como para hacerme estar en este punto. —Dime Kagome—su voz suena enronquecida mientras se agacha a la altura de mis pechos—¿me darás todo de ti esta noche?—pregunta y es como si su voz fuese una droga en este momento. —¿Qué quieres exactamente de mí?—pregunto, mi voz suena muy ronca mientras él pasa los dedos sobre mis bragas humedecidas. Su sonrisa crece y lame sus labios. —No quiero que seas buena, quiero que seas mala—susurra—quiero que seas la tentación más grande, el pecado más prohibido—gimo cuando mueve sus dedos en círculos sobre la tela—quiero que ardas, que ardas mucho encanto—mis ojos se encienden al escucharlo. —¿Encanto?—pregunto y él sonríe. —Así te llamé la última vez—lo siguiente es que él ataca mis pechos sin compasión alguna. Es chupar, lamer, morder, pero no en ese orden. Él lo hace como quiere manteniéndome gimiendo bajo o mordiendo mis labios. Cuando tiene mis pechos sensibles él se aleja y yo toco su erección sobre la tela de su bóxer haciéndolo sonreír. Esa sonrisa será mi condena. Inuyasha destroza mis bragas como si fuese un animal antes de arrodillarse y dándome una mirada sube una pierna sobre sus hombros probándome sin contemplaciones. Gimo alto enterrando mis dedos en su pelo n***o y echando la cabeza hacia atrás. Tengo que soltar su pelo para sujetarme porque siento que caeré con las atenciones que su jodida boca me da. Mi cuerpo tiembla por la forma en como lame, como chupa en los lugares exactos y como de vez en cuando muerde un poco causando un dolor y placer exquisito. Mi orgasmo se va formando porque mi corazón late de manera frenética, mi cuerpo está al cien y siento en mi vientre bajo la sensación. Cuando Inuyasha adentra un dedo exploto en mil pedazos que me hacen gritar alto porque este hombre sabe perfectamente como hacerme enloquecer. Jadeo en busca de oxígeno, pero Inuyasha no me da tregua porque me baja del sofá aun con las piernas temblorosas y pedazos de lo que fueron mis bragas aun sujetas a mi cintura. Él la termina de destruir y las veo caer con algo de pena. Lo siento, pero ya no eres necesaria ahora. Ahora solo necesito otra cosa. Inuyasha me coloca de espaldas a él y sube una de mis piernas en el brazo del sofá y yo tengo que sujetarme del borde del espaldar. Ansiosa espero escuchando como rasga el envoltorio del preservativo. —No sabes la vista que me das justo ahora... Kagome Higurashi—me acomodo mejor para que tenga una mejor vista—maldición, eres perfecta encanto—el primer azote llega y me encanta. Gimo en espera del segundo. —Más—jadeo e Inuyasha me complace volviendo a darme otro azote. Él me toma del pelo en volviéndolo en sus manos y causando que eche la cabeza hacia atrás. Ubica su m*****o en mi entrada y gimo cuando él entra despacio. —¿Lo quieres duro, suave?—pregunta dándome un azote. —Duro—gimo, escucho su risa antes de que sujetando mi pelo envuelto en su mano y mi cadera salga y luego entre en mi como un animal. Gimo cuando las estocadas llegan. —Esto se ve increíble—gruñe y vuelve a jalar mi pelo, Dios, quisiera poder ver cómo nos unimos, soy una pervertida, pero justo ahora mi perversión va a millón. —¡Más!—gimo e Inuyasha me da más. Joder, daría todo lo que tengo por experimentar este placer toda mi vida. Solo puedo gemir porque la posición no me da oportunidad de hacer mucho, pero muevo mi culo buscando encontrarme con sus estocadas. Blanqueo los ojos mientras mi pie es firme en el piso para no irme hacia adelante y el que está sobre el sofá se me va adormeciendo, pero no me importa. La posición hace que Inuyasha se adentre más en mi haciéndome gritar. El sonido que hacen nuestros cuerpos al chocar es lo más excitante haciendo que moje más. —¡Dios!—gimo encantada con como él me folla. —Dios no, encanto—gruñe entrando y quedándose quieto en mi interior—Inuyasha es quien te folla—eso me hace gemir mientras ambos nos movemos en busca de incrementar el placer que sentimos. Mis gemidos aumentan, sus gruñidos también. Me tenso por completo antes de caer en un espiral que me hace gritar su nombre una y otra vez. Inuyasha sujeta con más fuerza mi pelo llegando a doler, pero lo dejo mientras entra y sale de una forma bestial. Cuando entra varias veces es que se corre dando embestidas de manera torpe y rápidas. Jadeo y él cae un poco sobre mí por el encuentro que acabamos de tener. Siento sus dedos en mi espalda y siento el sudor de su cuerpo mezclarse con el mío. —Esto... Susurro, pero no encuentro palabras realmente para describir lo que acaba de pasar. Inuyasha sale de mi cuerpo y me ayuda a bajar, siento la pierna adormecida, pero giro a mirarlo, el cómo se quita el preservativo y lo envuelve revisándolo. Me siento agotada, pero aun quiero continuar. —¿Todo bien?—pregunta y asiento despacio—tenemos muchos lugares donde podemos continuar, pero tú decides si quieres seguir o irte ahora—se acerca y besa un poco mi cuello. —Me quedo—lo miro a los ojos—toda la noche—sentencio y su sonrisa crece. —No prometo que descanses, encanto—susurra lamiendo mis labios. —No te dije en ningún momento que quisiera descansar—le respondo. Su sonrisa es lo que me hace sonreír, porque seguimos en la ducha conmigo sobre él y luego en la cama con él sobre mí. Como él dijo, ardemos de una manera enloquecedora. Unidos, tocándonos, saboreándonos. *** Siento mi cuerpo algo caluroso, hago una pequeña mueca intentando abrir mis parpados, me siento cansada, como si ayer hubiese hecho todo el ejercicio que no he hecho en mucho tiempo. Abro los ojos y me encuentro con el cuerpo de Inuyasha rodeando mi cuerpo. Miro las largas pestañas que posee, esos labios medio llenos que parecen hinchados. Su rostro es como la de un ángel, claro que de ángel este hombre no tiene absolutamente nada. Su cabeza está sobre mis pechos y sus piernas rodeando las mías, su erección matutina choca con mis caderas mientras él murmura cosas que no entiendo. Ambos estamos desnudos. Sonrío un poco recordando todo lo que hicimos anoche en este lugar. Trato de alejar el cuerpo de Inuyasha para poder levantarme, pero cuando consigo quitar una pierna él se mueve y adentra un pezón en su boca. Gimo bajo por lo sensibles que se encuentran. —Inuyasha—lo llamo y él murmura algo mordiendo un poco mi pezón y eso me hace gemir alto. Él murmura algo antes de abrir los ojos y ver la posición en la que se encuentra. Sus ojos están rojos y unas leves ojeras de encuentran en su rostro. Él deja libre mi pobre pezón y sonríe. —Buenos días encanto—susurra acercando su apestoso aliento al mío. Me da un beso y sé que nuestras bocas deben oler horrible. Me alejo logrando salir completamente desnuda de la cama y camino al baño. Consigo un cepillo nuevo y de inmediato me cepillo. Veo el reflejo en el espejo de la mujer de mejillas rojas, cabello abundante color azabache cayendo en ondas desordenadas debido a que anoche estaba más concentrada en follar que en no mojar mi pelo. Cuando mi aliento no es apestoso regreso buscando con que cubrirme mientras Inuyasha me ve hacer pasarela en busca de algo. Abro el armario encontrando camisas que supongo son de él y tomo una que me queda un poco más abajo del culo. Tomo un bolígrafo que está sobre la mesa de noche y recojo mi pelo bajo su atenta mirada. —¿Qué?—pregunto al ver la sonrisa que tiene en los labios. —Nada, solo que eres ardiente—ruedo los ojos y salgo a la cocina. Abro la nevera viendo la cantidad de comida que hay. De inmediato preparo algo de comer e Inuyasha aparece bostezando. —¿Me buscas mi teléfono por favor?—pregunto concentrada en hacer algo rápido porque mi estómago gruñe. —Claro—cuando termino me doy cuenta de que Inuyasha tiene un pantalón de chadal puesto con ese torno desnudo. Muerdo mis labios dándole un recorrido. Lamo mis labios porque mi entrepierna está un poco sensible, pero Inuyasha provoca que siempre quiera más. Dejo el desayuno de ambos y él se acerca con mi teléfono. Lo reviso dándome cuenta de que tengo mensajes de Sango, Miroku, Kikyo y Sesshomaru. Sonrío ignorando eso, e ignorando que falté a trabajar hoy. Miro a Inuyasha comer y hago lo mismo con rapidez. Cuando ambos terminamos nos quedamos mirándonos fijamente. —¿Primera ronda del día?—pregunto con una juguetona sonrisa en los labios. Inuyasha camina hasta donde estoy. Me levanta tomándome del culo y yo envuelvo las piernas en su cadera. —No tienes que repetirlo dos veces—susurra besando mi cuello. —Espera—tomo el teléfono y lo apago—ahora si—murmuro atrapada en sus ojos dorados. Atrapada en Inuyasha Taisho.
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