Emiliana Vi a Sofía correr y jugar con frenesí alrededor del amplio jardín junto a un niño. No lo reconocí, nunca me lo habían presentado, sin embargo, no pude pasar por alto un gran detalle: El gran parecido con Angelo y por consiguiente, con Francesco. Un alivio inexplicable recorrió mi interior al detectar por mi misma que parecía un niño sano, feliz y fuerte. Reía a todo pulmón cada vez que Sofía (quién extrañamente resultó tener algo parecido a un instinto maternal) lo alzaba por los aires para quitarle la pelota. Saber que estaba lejos de todo el desastre cruel de la mafia y corrupción con la que su familia estaba metida me alegró. “Estoy metida en medio de la Mafia” Repitió mi fuero interno poniéndole nombre por primera vez a todo lo que estaba viviendo. No supe si era la de