Angelo Darle algunos calmantes a Emiliana fueron una solución rápida para hacerla dormir durante algunas horas ya que se notaba exhausta, pero se rehusaba a entregarse al sueño. Esa misma mañana la dejé durmiendo en nuestra cama y me dirigí a la oficina de la constructora que le pertenecía a mi familia, con el objetivo de encerrarme lo que restaba de la mañana ahí. Quería maquinar cuál sería el siguiente paso de Santino y tratar de adelantarme a sus decisiones. Cuando salí al pasillo dispuesto a regresar a casa para visitar a mi esposa, el ascensor se abrió de par en par, dándome la vista de una mujer alta, tes morena y cabellos negros. Los tacones que manejaba como una experta eran demasiado altos para mi gusto, pese a que calzaban muy bien con la blusa vestido del mismo color y una