Angelo Si alguien me hubiese advertido que la señora Testa me esperaba en una habitación privada con una vestimenta totalmente sugestiva, no le hubiera creído. No di un paso más ya que no me pareció pertinente hacerlo, mis ojos fueron directo a su cara y aquel detalle pareció no agradarle ya que su objetivo probablemente era que se la pasaran escaneando toda su humanidad dentro de aquel provocativo vestido. –Pensé que su hijo estaría aquí, –murmuré con voz seria y más ronca de lo que planeé– asumo que fue usted quien me mandó a llamar ¿Qué quiere? Mi gesto gélido no detuvo sus intenciones. Se incorporó para aproximarse hasta mí, elevé la mano en una señal de pausa para que mantuviera su distancia, aunque tampoco la ofendió o quitó esa sonrisa socarrona de su cara con desmedido maqui