Angelo Mi padre nos llevó hacía donde menos quería ir, la casa de mi madre. El mismo lugar en donde había pasado toda mi infancia y adolescencia, el santuario que jamás hubiese deseado tocar en medio de esa venganza. –¿Por qué nos traes aquí? –consulté evidentemente enfadado, nadie se atrevió a cuestionarme o pedirme tranquilidad– –Porque este es el lugar más seguro en el que pueden estar tu esposa y tú… –respondió mi progenitor igual de tajante que yo– –También es el lugar en el que se encuentran mi madre, Paolo y los recuerdos de toda la familia. Estacionó el auto tras cruzar la reja principal, pese a que se detuvo ninguno de los que estaban en el interior se animó a bajar. –Santino no podrá entrar a este lugar porque yo me aseguré de que ninguna amenaza pudiera pisar la tierra