La noche había llegado más rápido de lo que había previsto, y con ella, la ansiedad comenzó a escalar por mi cuerpo. Me encontraba frente al espejo, ajustando los últimos detalles de mi vestido azul oscuro, sencillo pero elegante. Aurora estaba a mi lado, ayudándome con mi cabello, mientras mi mente revoloteaba con pensamientos sobre lo que me esperaba en la cena.
—Relájate, Kate —dijo Aurora, mientras recogía un mechón de cabello suelto y lo fijaba con un pasador—. No puedes permitir que esta gente te intimide.
—No es intimidación —respondí, aunque sabía que no era del todo cierto—. Es... nerviosismo.
Aurora me lanzó una mirada incrédula.
—¿Nerviosismo por cómo reaccionarán o por algo más?
No respondí. En lugar de eso, ajusté los pendientes que Aurora me había prestado y respiré hondo.
La casa estaba impecable cuando bajé. Las luces cálidas iluminaban el salón, y una mesa larga estaba decorada con flores blancas y velas que parpadeaban suavemente. Dimitri estaba junto a la chimenea, impecablemente vestido en un traje n***o. Su porte imponente me hacía sentir pequeña, pero cuando nuestras miradas se cruzaron, su expresión se suavizó.
—Te ves bellísima—dijo, su voz baja pero firme, como siempre.
—Gracias —respondí, sintiendo el calor subir a mis mejillas.
Los primeros en llegar fueron sus tíos Demir y Melek. Demir era un hombre robusto con una risa fácil, mientras que Melek tenía un aire maternal que me hizo sentir un poco más cómoda. Elyf a su lado me regaló una sonrisa.
—Te vez radiante Kate —dijo Elyf, extendiendo una mano con una sonrisa genuina—. Me alegra volver a verte.
—Lo mismo digo Elyf —respondí, devolviendo el gesto.
—Estoy ansiosa por saber el motivo de esta cena —dijo con un guiño, lo que me arrancó una pequeña risa.
El ambiente cambió cuando Adelia y Mauro llegaron. Adelia con su porte elegante, altiva, con un aire de superioridad que llenaba la habitación. Mauro, en cambio, parecía más tranquilo, aunque su mirada calculadora me ponía en alerta.
—Agradecemos la invitación, aunque muero por saber el motivo—dijo Adelia, su tono ácido escondido detrás de una sonrisa perfectamente ensayada.
—Lo sabrás muy pronto—respondí, tratando de mantenerme firme.
—Muero entonces por saberlo —dijo, aunque sus ojos me escanearon como si fuera una mercancía en un mercado.
Darío llegó poco después, rompiendo la tensión con su energía desenfadada. Se acercó a Dimitri con una palmada en la espalda antes de inclinarse hacia mí.
—¿Sobreviviendo? —murmuró en mi oído, lo suficientemente bajo para que solo yo lo escuchara.
—Intentándolo —respondí, agradecida por su presencia.
Finalmente, la madre de Dimitri, Demet, llegó. Su entrada fue silenciosa, pero su presencia se hizo notar de inmediato. Su mirada era penetrante, y aunque sus modales eran impecables se notaba su desagrado por Adelia.
—Es un placer verla, señora Yilmaz —dije, intentando sonar amable.
—Lo mismo digo Kate —respondió de manera calmada.
Cuando todos estuvimos sentados, el ambiente en la mesa era una mezcla de formalidad y tensión. Dimitri se sentó a mi derecha, con Azad a su lado, mientras Aurora se ubicaba cerca de mí, lista para intervenir si las cosas se ponían demasiado intensas.
Adelia fue la primera en hablar.
—Debe ser interesante, Kate. Pasar de ser una empleada de la casa a novia del dueño. ¿Cómo ha sido el cambio?
Mi sonrisa se mantuvo intacta, aunque sentí la punzada detrás de sus palabras.
—Muy interesante, pero yo no soy la novia del dueño—Respondo mirando fijamente a Dimitri —. Si no su esposa.
Levantó mi mano dejándoles ver a todos mis argollas matrimoniales mientras Azad aplaude efusivamente.
—¿Se casaron? —Musita Adelia asombrada.
—Así es. —Responde Dimitri —. Kate es mi esposa y la señora de esta casa.
—¿Un matrimonio oculto? —Cuestiona Mauro —. ¿Qué esconden?
—Quisimos que fuera algo íntimo —Responde Dimitri —. Que solo estuviéramos las personas importantes.
—Osea mi tío, Kate y yo —Responde Azad —. Ahora somos una familia muy feliz, ¿verdad tío?
—Así es campeón.
Adelia lucía completamente asombrada al igual que Mauro y los demás. Pero antes de que alguien pudiera decir algo más, el señor Demir intervino.
—Es bueno escuchar eso, Kate. Azad necesita estabilidad y un hogar lleno de amor y parece que ustedes se la están dando.
Melek asintió.
—Dimitri siempre ha tomado decisiones firmes, y sabías y estoy segura de que esta no es la excepción.
La conversación continuó, pero nunca perdió su tono tenso. Aurora, fiel a su estilo, decidió romper el hielo.
—Así que, ¿cuáles son las tradiciones familiares para las celebraciones? ¿Algo que deba saber para no cometer un error cultural? —dijo con una sonrisa inocente, pero sus ojos estaban llenos de picardía.
Darío se rió, claramente disfrutando de la pregunta.
—Oh, Aurora, aquí lo único que importa es no llevarle la contraria a la patriarca de la familia que es la señora Demet. Todo lo demás es aceptable.
La mesa estalló en una mezcla de risas. Observé a Aurora negando, pero Aurora simplemente se encogió de hombros, como si no le importara.
Cuando el postre llegó, la tensión había disminuido ligeramente, pero mi mente seguía dando vueltas. Adelia no dejaba de lanzarme comentarios velado. Sin embargo, cada vez que sentía que iba a perder la compostura, sentía la mano de Dimitri rozando la mía, un gesto casi imperceptible que, por alguna razón, lograba calmarme.
Cuando finalmente la cena terminó, Dimitri se acercó a mí mientras todos comenzaban a retirarse.
—Lo hiciste bien —murmuró, su voz baja y llena de sinceridad.
—¿Eso crees? —respondí, alzando una ceja.
—Lo sé.
Sus palabras, aunque simples, me llenaron de una calidez inesperada. Tal vez esta cena había sido solo una prueba más, pero, por primera vez, sentí que tal vez tenía una oportunidad de sobrevivir en este mundo que parecía tan ajeno al mío.
—Kate, ¿me permites un momento a solas?
—Claro que si. Vayamos a la biblioteca.
Caminamos hasta llegar a ella. Al entrar cierro la puerta detrás de mí y ella me mira fijamente.
—Como madre de Dimitri lo conozco perfectamente y sé que está relación y este matrimonio es totalmente una farsa. —Sus palabras me dejan helada —. Pero también sé que las intenciones de ustedes es mantener a Azad en un hogar feliz y es lo que ustedes les ofrecen.
—Señora Demet, yo le puedo explicar...
—No tienes que explicarme nada querida —Toma mis manos y me sonríe —. Me alegra que una mujer noble como tú esté haciendo esto por el bienestar de mi nieto. Gracias por cuidar de Azad y hacer este sacrificio por él.
—Nones ningún sacrificio señora Demet. Azad es muy importante para mí y haré lo que sea por mantenerlo feliz y a salvo.
—Mi hijo y tú tienen mucha química . Aparte que se le nota más relajado desde que estás con él; ojalá este matrimonio pueda cambiar y volverse uno real más adelante.
Deja un beso en mis manos y se marcha dejándome allí sin palabras...