Capítulo 2

1699 Words
Aquí tienes una versión mejorada del texto, con detalles adicionales para profundizar en las emociones y dar mayor fluidez a la historia. La reescritura se enfoca en el encuentro de Kate con el señor Yilmaz, las interacciones con su familia y la escena final, aumentando la intensidad de los sentimientos y manteniendo la narrativa envolvente. Texto Mejorado: Había pasado una semana desde que empecé a trabajar en la mansión Yilmaz, y aún no había tenido la oportunidad de conocer al señor Dimitri Yilmaz en persona. Sin embargo, estaba tranquila, ya que había pasado la prueba y finalmente firmado el contrato como chef de planta. Ahora llegaba cada mañana para preparar las comidas del día, incluida la de los empleados, y en las tardes, el pequeño Azad me hacía compañía hasta que su madre o el chofer venían por él. Esta tarde, tras terminar las preparaciones asignadas y limpiar la cocina, me quedé con ganas de explorar la casa, ya que no había tenido la oportunidad de verla en detalle. Con cautela, me adentré en la sala principal, envuelta en un silencio casi solemne. Los arreglos florales, las piezas de arte y los retratos familiares decoraban el salón con elegancia. Observé con atención los cuadros de una pareja con dos niños, seguramente la familia del señor Yilmaz. Me detuve en una serie de fotos de Azad, en las que estaba junto a su madre y otro hombre que debía ser su padre. También había imágenes de Azad jugando fútbol y en prácticas de artes marciales; el niño parecía tener una vida llena de actividades y amor. Sonreí y seguí caminando hasta una gran puerta al lado de la sala, que me llevó a una biblioteca impresionante. Los estantes estaban repletos de libros de todo tipo: historia, cultura, finanzas, poesía... Me acerqué y pasé los dedos por los lomos, admirando cada ejemplar hasta que me topé con uno que reconocí de inmediato: El Principito. Tomé el libro y repasé la cubierta con una sonrisa. Siempre había escuchado hablar maravillas de él, pero nunca había tenido la oportunidad de leerlo. Justo en ese momento, sentí una mano firme sujetando mi hombro, y di un salto, dejando caer el libro al suelo. Me quité los audífonos y me giré, quedando completamente helada al encontrarme con un hombre alto que me miraba con ojos inquisitivos. —¿Quién es usted y qué hace aquí? —preguntó con voz firme, mirándome de arriba a abajo. —Le... le pedí disculpas, señor —dije, recogiendo el libro del suelo—. Soy Kate Adams, la chef de planta. Él me observó un momento, y sus cejas se alzaron ligeramente, como si estuviera sorprendido. —Pensé que era más... —se interrumpió, mirándome con el ceño fruncido. —¿Más? —pregunté, confusa. —Olvídelo —replicó con frialdad, dándose media vuelta y saliendo de la biblioteca sin más. Me quedé inmóvil por un instante, tratando de procesar el encuentro. Salí del salón, aún con el corazón latiendo con fuerza, y regresé a la cocina, donde observé el reloj. Faltaba poco para mi hora de salida, así que comencé a verificar que todo estuviera en orden, pero el señor Yilmaz apareció nuevamente. —Necesito que se quede un poco más hoy. Tengo una cena importante y quiero que se encargue de la comida. —Claro, señor. ¿Tiene algo en mente? Saco una lista de su bolsillo y me la entregó, mientras tecleaba en su móvil: pasta en salsa Alfredo con lomos de pollo, ensalada griega y, de postre, pay de limón. —Perfecto. Comenzaré enseguida. Me puse a buscar los ingredientes en la alacena y preparé todo, desde cortar vegetales hasta sazonar el pollo. Al cabo de una hora, justo cuando estaba terminando, la puerta de la cocina se abrió, y el señor Yilmaz entró de nuevo. —¿Está todo listo? —Sí, señor —respondí. —Bien. Lleve todo a la mesa. Me quité el delantal, dejándome solo el uniforme de chef, y alisté el carrito con la comida. Al llegar al comedor, vi a su hermana Dayana, al pequeño Azad, a un hombre apuesto que por su gran parecido deduje es el padre del pequeño y a una mujer de aspecto severo, que deduje era su madre. —¡Kate! —exclamó Azad, corriendo hacia mí y abrazándome—. Te extrañé mucho. Sonreí y empecé a colocar los platos sobre la mesa, mientras Dayana me dedicaba una cálida sonrisa. —Kate, qué bueno verte, y qué gusto probar tu comida esta noche. Huele deliciosa. —Gracias, señora Dayana. —Así que tú eres la famosa Kate —dijo el hombre al lado de Dayana, poniéndose de pie y extendiendo la mano—. Yo soy Ahmet Demir. Me habían hablado mucho de ti. Le estreché la mano con cordialidad. —Es un placer servirles esta noche. Espero que la comida sea de su agrado. —¿No eres muy joven para ser chef? —comentó de repente la señora, con una expresión de desaprobación. —¡Mamá! —le susurró Dayana con tono de reproche—. Kate es una excelente chef, y mi hermano decidió quedarse con ella. ¿No es así, Dimitri? Las miradas se dirigieron al señor Yilmaz, quien me miró por un momento y luego asintió, sin decir nada más. —Mejor empecemos la cena —musitó seriamente—. Dejemos las preguntas para después. Tras servir todos los platos y colocar el postre en la mesa, me retiré a la cocina, tratando de calmar mis nervios. No me había pasado desapercibido que la señora Demet, la madre de Dimitri, me miraba con evidente desagrado. Apenas puse pie en la cocina, Badu apareció. —¿Sucede algo, señorita Kate? —preguntó, mirándome con preocupación. —Oh, nada. Solo fue un momento tenso en la cena —dije, tratando de sonreír. —Bueno, el olor tan delicioso me ha despertado el apetito. ¿Podrías servirme un poco? —Por supuesto, toma asiento. Le serví un plato, y mientras comía, lo observé. Su rostro reflejaba pura satisfacción, y eso me reconfortó. Luego de un rato, llevé el postre a la mesa, y al regresar a la cocina, Badu seguía comiendo con una sonrisa de oreja a oreja. —¿Qué tal estuvo? —Exquisito, Kate. Eres muy talentosa. —Gracias, Badu. ¿Llevas mucho tiempo trabajando aquí? —Más de diez años. Conozco bien a la familia Yilmaz. —¿La señora en la mesa es la madre del señor Dimitri, verdad? —Así es, la señora Demet. Es un poco... especial. —Sí, noté que no parecía estar muy contenta conmigo —suspiré, resignada. —No te preocupes, Kate. La señora Demet es desconfiada, pero suele relajarse después. Y rara vez viene aquí. —¿Y su esposo? —El señor Yilmaz falleció hace unos años. Desde entonces, Dimitri y Dayana se encargan de las empresas familiares. De repente, Azad apareció en la cocina, seguido de sus padres. Se acercó a mí y me abrazó. —Mis papás me han dejado quedarme contigo mañana. ¿Podemos hacer galletas de jengibre? —Por supuesto, aquí te esperaré. Mientras todos se despedían, Dayana se volvió hacia mí. —Gracias por la comida, Kate. Me alegra que mi hermano te haya contratado, y espero que estés en la vida de Azad por mucho tiempo. —Así será, señora Dayana. Poco después, el señor Yilmaz apareció en la cocina y me miró fijamente. —Gracias por la cena. Ya puedes retirarte. Asentí, tomé mi bolso y salí de la mansión, tomando un taxi de regreso a casa. Al llegar, encontré a mi amiga Aurora tomando té en la sala. —¿Por qué llegas tan tarde? —preguntó con curiosidad. —Tuve que preparar una cena para la familia del señor Yilmaz. —¿Al fin conociste a tu jefe? ¿Qué tal es? —No es un "señor" precisamente; es un hombre bastante joven —dije, recordando su presencia imponente. —¿Y guapo? Me quedé en silencio, recordando su rostro serio y sus ojos penetrantes. A pesar de su frialdad, había algo intrigante en él. —¡Tú silencio lo confirma! —rió Aurora. —No he dicho nada. —Internet ya me lo confirmó —dijo, mostrándome una foto de Dimitri Yilmaz en su móvil—. Vaya, es un hombre atractivo. —Iré a dormir antes de que empieces con tus locuras. Nos vemos mañana. Estaba a punto de dormirme cuando Aurora entró en mi cuarto, con el rostro desencajado. —¿Qué ocurre? Me pasó su teléfono. **Noticia de último** TRÁGICO ACCIDENTE DE LA FAMILIA YILMAZ La empresaria Dayana Yilmaz, su esposo Ahmet Demir y su hijo, el pequeño Azad Demir, sufrieron un grave accidente al sur de la ciudad hace unos minutos. Hasta el momento, se ha confirmado que el esposo de la empresaria falleció en el lugar, mientras que Dayana y Azad se encuentran en estado crítico, luchando por sus vidas en un hospital privado de la ciudad. Siento un nudo en la garganta al leer la noticia. Mis manos comienzan a temblar, y una lágrima, que no soy capaz de contener, resbala por mi mejilla. Mi vista se nubla, y la pantalla del teléfono se vuelve borrosa mientras me esfuerzo por procesar lo que acabo de leer. La imagen de Azad, siempre lleno de vida, riendo a mi lado en la cocina, aparece en mi mente. Mi pecho se contrae con fuerza, y siento como si el aire me faltara. Me aferro al borde del sofá, sin saber qué hacer. La idea de que su vida y la de su madre están pendiendo de un hilo me llena de una angustia que no puedo describir. —No puede ser... —susurro en voz baja, sin saber si me hablo a mí misma o a Aurora, que me observa con expresión de preocupación. Aurora se acerca y coloca una mano en mi hombro, pero yo apenas la siento. La noticia sigue repitiéndose en mi mente como un eco, una y otra vez. Me esfuerzo por mantener la calma, pero el dolor y el miedo me consumen...
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