Capítulo II
¿Cómo se pudo llegar a la estremecedora locura de los años que serían calificados como de plomo?
En 1968, después de anteriores episodios aislados de protestas juveniles, el descontento político, y en muchos casos casi la rabia de muchos jóvenes, se expresaron con fuerza a través de manifestaciones en la calle, sobre todo de estudiantes, no todos en realidad preparados políticamente, siendo no pocos de ellos simples utópicos o bien marxistas imaginarios, como los definiría en 1975 alguien que conocía bien el marxismo,7 y no todos con posturas de izquierdas sino, en parte, pseudoniestzchecianos y fascistizantes, cuando no abiertamente fascistas. Esas manifestaciones no habían sido físicamente violentas al principio, pero a ellas les habían seguido otras que habían causado daños y heridos. La sociedad italiana tuvo que sufrir la cobardía asesina de la extrema derecha y las acciones homicidas de grupos armados de izquierdas. La subversión neofascista, o negra, practicó, frente a la mentalidad progresista, un terrorismo con explosivos, iniciando su actividad criminal en 1969 explosionando un artefacto durante el horario de oficina de la sucursal de piazza Fontana de la Banca Nazionale dell’Agricoltura. Pero los asesinos nunca indicaron su identidad ideológica, que en todo caso se podía intuir que era de extrema derecha, aunque los funcionarios de policía al principio sospecharan y persiguieran a los anarquistas. Este tipo de ataques subversivos dejaba a propósito en la incertidumbre el objetivo de las matanzas, dirigidas contra ciudadanos anónimos asesinados en masa al azar; pero lo que se buscaba era fácil de intuir, aunque no se declarara: aterrorizar a la población e inducirla a reclamar un gobierno fuerte, dictatorial, que pusiera fin a los desórdenes. Aunque parezca absurdo, era también útil para ese objetivo, aunque sin duda involuntariamente, la alarmante actividad del terrorismo de izquierdas. Este último era en su mayor parte ejercitado por las Brigadas Rojas, bien estructuradas y armadas militarmente, aunque no faltaban muchas organizaciones menores que operaban de vez en cuando, como, por ejemplo, la Lucha Armada por el Comunismo, los Núcleos Armados de Poder Obrero, el Grupo 22 de Octubre, los GAP Grupos de Acción Partisana-Ejército Popular de Liberación. Al contrario que estos, las Brigadas Rojas, o BR, como las llamaban a menudo los medios de comunicación, ya desde el principio actuaron con frecuencia y a gran escala en Lombardía, Liguria y Piamonte. Lamentablemente, en un primer momento los medios de comunicación subestimaron la peligrosidad de las BR. Muchos medios incluso las definieron como algo presunto, llegando no pocos a sostener que se trataba de fascistas deseosos de ensuciar la imagen del comunismo: evidentemente, el ideal de los intelectuales comunistas demócratas, de gran preponderancia en aquellos años sobre los no marxistas, no podía aceptar las acciones de subversivos violentos de extrema izquierda y por tanto, afectados por la pasión, rechazaban con desdén que pudieran provenir de personas de la izquierda marxista. Todavía no estaba claro que el punto de vista ideológico del movimiento subversivo principal y de sus grupúsculos análogos era firmemente de izquierdas: la izquierda revolucionaria. Aquellos terroristas rojos consideraban que, tras la Segunda Guerra Mundial, la opresión nazifascista había sido reemplazada por el enmascarado, pero no menos mortal, poder económico imperialista de las multinacionales, razón por la que era indispensable continuar con la lucha armada partisana, una continuación de la Resistencia que habría debido, en primer lugar, desmontar violentamente los aparatos institucionales de opresión del proletariado, para iniciar luego una revolución nacional liberadora.
FOTOGRAFÍA FUERA DEL TEXTO
La célebre fotografía, obra de Paolo Pedrizzetti, del terrorista comunista Giuseppe Memeo con una pistola durante el tiroteo del 14 de mayo de 1977 de via De Amicis en Milán. Este había sido inicialmente un militante de Autonomía Obrera, que luego entró en los Proletarios Armados por el Comunismo y se convirtió en uno de sus principales miembros. Arrestado y condenado a 30 años de prisión por doble homicidio y siete robos, empezó a alejarse y luego rechazó los principios de la lucha armada. Al cumplir su condena, se dedicó a la actividad social pacífica. Fuente de la imagen, de dominio público: https://it.wikipedia.org/w/index.php?curid=798951