Capítulo 3

2331 Words
Con cada paso que daba, las piernas de Rhory temblaban. En cada inhalación desesperada, sus pulmones quemaban. Sus tensos músculos se esforzaban por seguir su deseo de correr y su estómago se encontraba tensamente apretado en un nudo lleno de miedo y horror. Un inexplicable calor intoxicante recorría lentamente el cuerpo de Rhory, como pequeñas hormiguitas caminando en cada lugar, dejando marcas de fuego con sus pequeñas patitas en cada paso que daba. Dolía, quemaba y producía una extraña excitación indeseada que el joven modelo se estaba esforzando por ignorar con cada tramo que corría. En ese momento, mientras corría por su vida, Rhory se sentía como un verdadero idiota por no haber sospechado de la extraña amabilidad de aquellos dos hombres. Él lo sabía mejor, no podía confiar en nadie. La amabilidad sincera no existía. No podía coger una mano sin esperar que la otra apareciera exigiendo algo a cambio. Y aun así... Estúpidamente, aceptó la amabilidad de Rosell y Andreu creyendo que un misero billete pagaría todo. Mientras corría, lágrimas de pura frustración deseaban escapar de sus ojos. Su boca se encontraba seca al respirar por ella tan pronto como el oxígeno que entraba por su nariz no fue suficiente para sus pulmones. Sus músculos le dolían por el esfuerzo y el ardor destacaba en sus mejillas y brazos, en cada parte que las ramas de los árboles le alcanzaban a rozar, dejando un rasguño ante su intento por retenerlo. Y a pesar de que todo en él dolía, del extraño calor que le invadía, Rhory no dejó de correr, nunca. Él sabía perfectamente que una vez se detuviera, todo estaría terminado. En ese momento, lo único que motiva al joven modelo a seguir corriendo, era el terror que sentía. Por aquellos hombres que le estaban persiguiendo, por esas extrañas figuras de ojos dorados que se acercaban peligrosamente. A Rhory ni siquiera le importaba que en su escapada se estuviera internando más y más en un desconocido bosque, un lugar que estaba repleto de animales salvajes. A pesar de ello, nada parecía asustar y preocupar más al humano que aquellos dos hombres que perseguían. Observando sobre su hombro, el joven humano emitió un sonido lleno de terror al observar que esos tenebrosos ojos dorados seguían persiguiéndole con una velocidad impresionante. Angustiado de que pronto fuera su final, Rhory volvió su mirada hacia el frente y un grito escapó de lo más profundo de sus pulmones cuando una rama apareció de la nada frente a él. Por inercia, el humano alzó sus brazos queriendo proteger su rostro de ella, pero esta de igual forma logró pegarle, quitándole la vista por un momento. Su pie tropezó con una gruesa rama olvidada en el suelo y su cuerpo reaccionó inclinándose hacia adelante. El golpe fue inevitable y duro, Rhory lo sintió en cada parte de su cuerpo que impactó con el frío piso duro lleno de maleza, piedritas y ramas. Las facciones del joven modelo se contorsionaron en puro dolor, sus labios se entreabrieron para emitir un quejido lamentable, pero nada salió a través de estos. "Levántate. Tienes que levantarte y correr. ¡No dejes que ocurra!" Se dijo a sí mismo. Jadeante, Rhory intentó ignorar el manto de dolor que le cubrió y se empujó con sus manos para pararse en sus rodillas. Aterrado de observar sobre su hombro una vez más por lo que se encontraría, el humano intentó levantarse. Una repentina resistencia en su tobillo izquierdo y un punzante dolor agudo en este mismo, le arrancaron una exclamación de puro sufrimiento. Angustiado, el Rhory observó sobre su hombro y contempló su pie izquierdo atrapado entre unas ramas. Tirando de este, observo nervioso y ansioso a su alrededor, esperando aterrado del momento en que le atraparan. El dolor empeoró ante su descuidado intento de zafar su pie. Aterrado, Rhory se apoyó en su pierna derecha y giró su cuerpo para intentar quitar esas ramas que lo retenían, colocando su vida en peligro. Un aullido salvaje llenó todo el bosque, y el joven modelo jadeó ante lo cercano que se escuchó este. Su cabeza giró observando desesperadamente a su alrededor. En medio de la oscuridad y su desesperación, Rhory logró distinguir una figura muy parecida a la de una casa, pero mucho más pequeña, como una cabaña. Un pequeño rayo de esperanza surgió en Rhory con ello, si tan solo lograra llegar a la cabaña, podría ocultarse de todos aquellos que le perseguían. Ansioso por llegar a dicho lugar, el humano trabajo en esas molestas ramas llenas de espinas que se enterraban en su piel y la desgarraban con cada intento, hasta que su pie finalmente fue liberado. Un pequeño sentimiento de logro lleno a Rhory con ello. Sin más atrasos, rápidamente se colocó de pie y una clavada desde su mismo talón hasta su rodilla le atravesó tras colocar presión en su pierna izquierda. Y como si eso no fuera suficiente, aquel calor en su cuerpo no hizo más que empeorar, logrando que su m*****o se alzara en su pantalón formando un notorio bulto, aun a pesar de la peligrosa situación en la que se encontraba. Escuchando ruido cerca, Rhory ignoró el completo desastre que era su cuerpo y cojeó hasta la cabaña. El dolor y la excitación bailaban juntos en su interior, dificultando cada paso que el humano daba. El eco de un par de risas malévolas aterrorizó al joven modelo, provocando que cojeara más rápido. Observando la cabaña, alzó la mano, como si eso pudiera ayudarle a estar más cerca de su objetivo, de su meta. Aquella desagradable risa se escuchó más cerca y una presencia que Rhory se negó a reconocer apareció detrás de él. —Bu —susurraron en su oído. El grito que escapó de los labios del humano bien podría haber sido del miedo, o por el empuje que recibió con dicho sonido, provocando que perdiera el equilibrio y su cuerpo cayera nuevamente contra el suelo. Quejándose, Rhory observó sobre su hombro y contempló a Rosell y Andreu observándoles con una gran sonrisa en sus rostros. Extrañamente, esos ojos dorados que le estuvieron persiguiendo por el bosque, en ese instante, le estaban observando con malicia y diversión. —Nos hiciste dar una buena carrera, pequeño humano —pronunció Andreu, lamiendo sus labios. —Sí, dio más carrera de lo que esperaba con ese pequeño cuerpo —rió Rosell—. Fue un buen ejercicio antes de follar. ¿Puedes oler su excitación? Está tan ansioso por tenernos en su cuerpo como nosotros por penetrarle —exclamó tocando grotescamente su entrepierna, acariciando su bulto. —Por favor, n-no... —rogó Rhory. Andreu le sonrió y se agachó frente a él, dándole vuelta sobre su espalda en un movimiento sin gracia y bruto. —Pero mira lo caliente que estás por nosotros, ¿por qué dices que no? —ronroneó Andreu, colocando su mano sobre su entrepierna. Rhory se quejó y luchó por apartar su mano de su cuerpo, sintiéndose asqueroso y sucio. —¡N-no me toques! —gritó. Ambos hombres rieron como si estuvieran viendo algo muy gracioso. Quejándose, Rhory intentó retroceder, arrastrándose por el suelo de espaldas, alejándose de ambos hombres y acercarse a la cabaña. —Hey, no lo dejes escapar más —reprochó Rosell. Su mano rodeó el tobillo lastimado de Rhory y tiró con fuerza de su cuerpo hacia abajo, logrando que volviera con ellos. El rayo de dolor que atravesó al humano le dejó sin aliento, y por un momento, colocó su mente en blanco. Lágrimas de dolor, miedo y frustración se deslizaron por sus mejillas. Parpadeando rápidamente para apartarlas, Rhory observó a ambos hombres sin querer perderse ninguno de sus movimientos. —Por favor, no me ha-hagan nada —rogó—. L-les daré dinero. —Lo dice el chico que no tenía saldo para llamar —se burló Andreu. —Vamos a tomarlo ahora —anunció Rosell, arrodillándose por el otro costado—. Yo tomaré su culo primero y tú tomas su boca. Aquellas desagradables manos sucias comenzaron a desnudarlo, y Rhory luchó con todas sus fuerzas contra ellas, suplicando una y otra vez que lo dejaran, que no lo hicieran, pero todos sus esfuerzos parecían ser nulos y sus palabras fríamente ignoradas. —¿Por qué debes tener su culo primero? Yo fui el que más corrió —se quejó el otro. —Pero yo fui el de la idea —indicó Rosell—. Además, a ti fue a quien se le escapó —le recordó. Soltando un sonido irritado ante las manos de Rhory que seguían interponiéndose en su camino, golpeó el pie lastimado de este, provocando que el humano soltara un aullido de dolor. —Bien, pero no lo llenes con tu semen, no quiero follar su agujero y sentir como tu semilla se escurre y me manche —advirtió Andreu y se trasladó más arriba. —No lo hagan, por favor —suplicó Rhory entre sollozos desesperados. Andreu rió y abrió su pantalón. Sacando su m*****o, lo sostuvo con una mano y la otra le agarró del cabello, tirando de este e inclinando su cabeza hacia atrás. —No has tenido todo el día con una jodida erección, nos vamos a divertir mucho con tu cuerpo —aseguró Rosell. —Voy primero —anunció Andreu, observando a su primo. Logrando finalmente desnudar de la cintura hacia abajo a Rhory, Rosell exclamó alegremente. —Te sigo —anunció, abriendo su pantalón. Desesperado por lo que iba a suceder, Rhory agitó desesperadamente su cuerpo, sus extremidades se movieron sin cuidado, golpeando a ambos hombres que intentaban violarlo. —¡Ayuda! —gritó Rhory en medio de su desesperación—. ¡AYÚDENME! —pidió con todo lo que sus pulmones pudieron gritar. Desesperado porque alguien, quien sea, pudiera socorrerle y salvarle. El terror de lo que le estaba pasando lo tenía hecho un desastre sin saber si pedir a gritos que lo ayudaran o lo dejaran ir. Suplicando porque todo se detuviera. Las amenazas de ambos hombres fueron interrumpidas por un fuerte aullido y Rhory observó a través de sus ojos nublosos por las lágrimas como una gran figura saltaba de la nada y le quitaba de encima a sus dos violadores. A los mismos que parecía no afectarle en nada sus golpes, fueron apartados y golpeados con tal fuerza que el humano podía escuchar el crujir de unos huesos y la sangre salpicar. Observando el nocturno cielo estrellado, Rhory sollozo sintiendo alivio de que alguien, le hubiera escuchado. De que una persona se preocupara lo suficiente como para socorrerle aun sin conocerle. Pero por supuesto, el alivio que sintió fue aplastado inmediatamente por ese extraño calor que se expandió por todo su cuerpo como fuego ardiendo. Gimiendo ruidosamente, Rhory se retorció en el suelo y el humano se horrorizó por la forma en que su pene palpitó y su entrada se contrajo ansiosamente por ser llenada. Su propia ropa se sintió insoportable debido al roce que producía en su piel, provocando que sus pezones se volvieran en pequeños picos duros y deseosos por ser maltratados. Avergonzado de lo que estaba sucediendo con su cuerpo, Rhory giró sobre su estómago y exclamó ruidosamente ante la presión que colocó en su erección, la cual tan sensible como estaba reaccionó liberando gotas de pre-semen. Observando la cabaña, Rhory tragó e intentó arrastrarse por el suelo hacia esta, queriendo ocultarse en esta. Pero como si las fuerzas lentamente fueran abandonando su cuerpo, sus dedos apenas pudieron tocar el primer escalón de madera que poseía el porche delantero. Recargando un costado de su rostro en el suelo, Rhory respiró por su boca y sollozó. Solo que en ese instante, no sabía si era producto del calor que consumía su cuerpo o del miedo que sentía. Unas repentinas manos aparecieron, pero a diferencia de las otras, estas no le trataron rudamente. Es más, le tocaban tan delicadamente como se manejaría un delicado cristal mientras le colocan su ropa otra vez y le daban vuelta. Jadeante, Rhory contempló unos intensos ojos tan profundos y oscuros como la obsidiana. Aquellos orbes, extrañamente parecían observarle con preocupación pura y sincera que el humano no había apreciado en mucho tiempo. Su débil cuerpo fue alzado y Rhory se quejó, angustiado por lo que aquel extraño pensaba hacer con él. —Shh... Todo está bien, hermoso, solo quiero ayudarte con tus heridas —expresó el hombre. Y su tono fue tan bajo, suave y sedoso que Rhory se dejó cautivar por un momento, quedándose tranquilo. El extraño lo llevó al interior de la cabaña y le recostó suavemente en una cama. Cuando este le dejó solo, el cerebro se Rhory entró en alerta y un irracional miedo le invadió. —N-no... —rogó, alzando su mano en su dirección—. No me d-dejes... —sollozó. —Tranquilo, bonito, solo iré a buscar algo para tratar tus heridas —expresó el hombre, volviendo con él—. Tus manos sangran al igual que tu pie izquierdo, necesitas tratar tus heridas. Rhory entendía lo que el hombre le estaba diciendo, realmente lo hacía, pero que su cerebro estuviera razonando aquello era totalmente diferente. Sentía el ardor en sus manos y el dolor en su tobillo, pero este parecía sentirse como en un segundo plano debido al insaciable calor que invadía su cuerpo, el cual no hacía más que aumentar. Como si pudiera ver la confusión y el sufrimiento por el cual estaba pasando, el extraño colocó su mano en un costado de su rostro y Rhory gimoteó descaradamente, apoyándose en ella. —Ayúdame —suplicó. —Lo haré, dulce chico, solo déjame... —Ayuda —pidió Rhory, bajando la mano del extraño a su erguida entrepierna—. Por favor... D-duele mucho —sollozó. Y tan avergonzado y aterrorizado como se sentía el joven modelo por empujarse contra esa mano, Rhory no pudo evitar empujar más y más, ansiando más de aquel toque cálido.
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