El lobo de Maxwell aullaba con emoción ante la respuesta de su pareja, y aunque Max se encontraba festejando internamente, trato de que esta no fuera reflejada, lo cual era un poco difícil de hacer y estaba bastante seguro de que una sonrisa de igual forma brotó entre sus labios. Estaba feliz, ¿cómo se supone que ocultaría aquello? Tomando una de las manos de su dulce humano, Maxwell la cercó a sus labios y besó sus nudillos. —Gracias —pronunció observándole directamente, con sus labios presionados en sus nudillos. —Está bien —dijo con un suave sonrojo—. Yo también quiero entender. Asintiendo, Maxwell le soltó y se enderezó. Levantándose, extendió su mano hacia él para ayudarle a levantarse del sofá. —¿A dónde quieres ir, bonito? —Cualquier lugar que no sea aquí está bien —respondió