En su oficina, Maxwell se encontraba parado frente al gran ventanal que cubría una de las paredes, contemplando ansiosamente a todas las personas que se paseaban frente a su edifico. En su rostro, una gran sonrisa se extendía de lado a lado, reflejando la felicidad y emoción que sentía tanto Max como su animal. Él simplemente no podía borrarla, por más que lo intentara, sus labios se negaban a dejar de estirarse tan tontamente. Aquella sonrisa comenzó la noche de la fiesta, tras encontrarse con su dulce elegido. El finalmente haber logrado acercarse calmó esa infinita ansia casi desesperante que le estuvo atormentado desde el mismo instante en que Rhory se alejó, y el haber podido tocarle directamente, calmó ese dolor por estar lejos de su chico. Sostenerle entre sus brazos, sentir su d