[Ximena]
« Donde se habrá ido este wey » es lo único que puedo pensar mientras doy los últimos toques al vestido de novia de una chica que se toma como 20 selfies frente al espejo.
—Bueno, gracias — digo humildemente y ella se toma otra foto — sólo falta el velo y quedaría perfecto.—
—¡Uy sí! Me encantaría ver el velo ¿es tan largo como te lo pedí? —
—Sí — contesto — tal y como lo pediste.—
De pronto veo a Tristán reflejado en el espejo y volteo inmediatamente a la puerta. Ahí está él, con el mismo traje de la mañana, viendo a través de la puerta de cristal.
—¡Es este cabrón de nuevo! — dice Martita mientras toma el palo de la escoba y va hacia allá.
—¡No! ¡No! Espera Martita — le digo apurada mientras me paro de inmediato y corro para evitar la masacre. Sin embargo, ella me gana y cuando menos lo espero ya está dándole palazos a Tristán que ahora se ha subido arriba de una protección que tiene el árbol de enfrente.
La chica se voltea y comienza a ver esta escena tan particular que espero no esté grabando con su celular — ¡Ya! ¡Basta! — grita Tristán con su acento español.
—¡Qué la dejes en paz!— le grita Martita.
—Martita, Martita, ya... ¡Basta! — le digo firme mientras me pongo en frente de Tristán — no te hará daño ¿sí? Sólo entra a la tienda y ayúdale a la chica a ponerse el velo —
Martita nos ve con furia y antes de irse le hace una señal de que lo está checando, llevándose dos dedos a la altura de los ojos. Tristán arquea la ceja —¿dónde demonios estabas? — le digo yo pegándole en el hombro.
—¡Ey! — se queja — ¿así tratas a tu esposo? — me comenta.
—¿Ahora eres mi esposo? — pregunto extrañada — ¿qué pasó con el "Me debo divorciar de inmediato"?— digo imitando su acento.
—Pues parece que no será tan de inmediato— contesta firme y me ve a los ojos — así que he decidido tomármela tranquila .—
—¿Tranquila? — pregunto — ¡ay Dios! — digo volteándome y entrando a la tienda. Tristán me sigue.
Martita le acomoda el velo a la chica y ella al ver a Tristán a través de espejo voltea y se muerde el labio. Sí, es bastante guapo, no lo voy a negar, y suele voltear cabezas.
—¿Quién es este guapo? — pregunta y Tristán sonríe.
— Me llamo Tristán — contesta sensual — y ¿tú?—
—Jennifer — dice ella en el mismo tono.
Levanto la ceja mientras conozco algo más sobre él, egocéntrico, vanidoso y coqueto «¡Vaya joyita que me colgué en Las Vegas! » pienso.
—Tristán ¿crees que me puedas esperar en la trastienda? — le digo de inmediato —debo terminar con esto.—
—Sí claro. Hasta luego — le dice a la chica y ella sonríe.
Martita me sigue viendo fijamente — luego te explico Martita, sólo no lo mates ¿quieres? — y ella se va detrás del mostrador.
Después de acomodar el velo, hacerle los últimos ajustes y guardar empacar el vestido para que la chica se lo lleve, entro a la trastienda donde Tristán se encuentra sentado en el sofá y tocando la tela de un vestido.
—No toque eso — le digo de inmediato — es tela muy cara y se puede manchar— y él deja de hacerlo.
Me quito el pequeño costurero de mano y lo dejo sobre mi mesa de trabajo —¿dónde te fuiste? — le pregunto — me dejaste en medio de la acera gritándote como idiota.—
—Lo siento— me dice pronto — pero en verdad la noticia me ha caído de sorpresa y debía arreglar algunas cosas, pero he regresado.—
—¿A qué? ¿a coquetear con mis clientas? — le pregunto mientras me volteo para ordenar unos próximo diseños que tengo que presentar a una nueva clienta.
Volteo y me encuentro a Tristán hincado enseñándome una caja de Tiffany & Co. Está sonriente más de lo que debería — ¡Wow! — expreso — ¿qué demonios pasa? — y él abre la caja y encuentro dos anillos.
—Ximena Caballero ¿aceptas ser mi esposa por 180 días? — me pregunta.
—¡Te has vuelto loco! — le grito y él me mira confundido.
—¿Qué? ¿no te gustaron? ¿los cambio? — y no sé si su pregunta fue muy inocente o en plan de burla.
—No, no es eso.. pero, wow — digo tratando de asimilar lo que pasa.
Veo los hermosos anillos frente a mi y sólo puedo pensar en que me podrían cortar un dedo si alguien lo ve —¿se te zafó un tornillo o qué?—
—No, no, para nada, estoy aquí para decirte que he decidido quedarme en México e intentarlo tal como lo dijo tu tío Juan — y se pone de pie y toma los anillos de la caja para ponerlos en mi dedo anular, yo lo alejo.
—¿Es broma? ¿hay alguna cámara escondida? ¿es como un juego raro del "juego de la oca"? — le pregunto y él se ríe.
—No, no... ¿aquí ven el juego de la oca? — me pregunta.
—Sí, era muy bueno... pero ¡no me distraigas! ¿Qué te pasa? Hace unas horas querías divorciarte y ahora... ¿Tiffany & Co? ¿Cuánto te costaron? — pregunto.
—No importa el precio. La verdad es que los vi y pensé que se verían hermosos en tus dedos, me gustan los tiene largos y delgados y.. te luciría.—
—Ooooookkkey — digo tratando de asimilar el comentario tan raro y específico que ha dado de mis manos — mira Tristán, el matrimonio no es una cosa que se pueda arreglar con unos cuantos pesos ¿eh? No sé que idea tengas tú, pero la mía creo que no es la misma que la tuya.—
Él me mira fijamente a los ojos, esos hermosos ojos miel que en verdad me pueden mucho y a veces me confunden y me hacen pensar que no es mala idea lo que me dice o propone —venga Ximena, estamos ambos metidos en este lio ¿no? Sí o sí estaremos casados por 6 meses ¿por qué no intentarlo? Yo tengo la libertad de quedarme aquí contigo, podemos conocernos y... ver—
—¿Ver qué? ¿si funcionaría? Lo que no entiendo es ¿por qué unos anillos tan caros si al final puede que no funcione? — pregunto sospechosa y él sonríe.
—Porque... ¿me gustó para ti? — me comenta — mira, yo sé que pienses que es mala idea, pero ¿no te da curiosidad saber por qué nos casamos en primer lugar? A mi me da mucha, porque no me acuerdo de nada y si lo hicimos... fue por algo.. ¿no crees?— y toma mi mano izquierda y me pone los anillos, que al tocar mi piel brillan.
Los observo maravillada, no es que no haya visto este tipo de anillos pero, en primer lugar nunca pensé que tendría uno de éstos en mi mano, no un Tiffany, si no un anillo de compromiso en sí.
—Es un riesgo muy grande — le digo mientras admiro los anillos.
—Bueno, si nos arriesgamos, puede que ganemos ¿no crees? — me responde.
—Estás loco Tristán ¿eres de esos ricos pero locos? — le pregunto.
Él esboza una sonrisa —¿te estoy convencido no? ¿fue el anillo? — dice seguro.
—No me estás convenciendo, lo estoy considerando — pero en realidad lo veo a él tan guapo y sonriente, veo en anillo y ¿será posible que no pueda decir que no? —¿podría darte una respuesta por la noche? Ahora tengo una clienta.—
—Vale, te invito a cenar ¿te parece? ¿paso por ti? — dice triunfante.
—Bien— digo como si nada y me quito los anillos y los vuelvo a poner en la caja.
—¿No te los dejarás? — pregunta.
—Después de la cena, lo vemos ¿te parece? — comento.
— Entonces ¿estos nos lo ponemos después de la cena?— y saca otra caja de Tiffany.
Y aunque trato de no sorprenderme mi rostro lo dice todo — ¿qué tienes una tienda Tiffany? — pregunto y él sonríe.
—No— pregunta extrañado.
—Sólo.. guárdalos, después vemos qué onda— le explico.
—Nos vemos más tarde — me dice sonriente —¿crees que puedas acompañarme a la puerta? Me da miedo tu guardia de seguridad y ese palo de escoba—me río al recordar los palazos que Martita le ha dado y mejor lo acompaño a la puerta.