[Tristán] Después de un desayuno muy norteño, huevo revuelto con machaca, tortillas de harina y una rica salsa que me he atrevido a probar porque admito que cada día me gusta más el sabor que le da, Ximena y yo tomamos nuestras cosas y antes de irnos a Ciudad Obregón, pasamos al mirador donde, a pesar del frío, pudimos ver todo el hermoso Mar de Cortés y el Tetakawi. Le tomé algunas fotos, me tomé otras con Ximena y luego miles de más a ella, ya que me encanta lo fotogénica que es. No cabe duda que nuestra relación a evolucionado de una manera que no me esperaba y admito que me siento profundamente enamorado de mi esposa, de todo lo que dice y hace y que me vuelve loco la manera en cómo me habla, me toma de la mano, me besa, se ríe y sonríe. «Sí que tengo suerte » me repito cada ve