Capítulo 3: Entre la razón y la pasión.

1399 Words
La puerta de la habitación de Ximena fue tocada suavemente, lo cual la hizo apresurarse a abrirla. Pero al encontrarse con Alejandro parado allí, su corazón comenzó a latir con fuerza y una sensación de temor invadió todo su cuerpo. Mirando intensamente a sus ojos, podía percibir la intensa mezcla de miedo y atracción que sentía hacia él. Ximena se encontraba en una encrucijada, sabía que debía resistirse a la tentación, sin embargo, era difícil ignorar su vulnerabilidad ante él y la innegable atracción. —No te acerques —dijo Ximena con voz temblorosa y un ligero temblor en sus manos. Retrocedió lentamente hacia la fría pared de ladrillo rojo que decoraba la habitación, manteniendo una distancia segura entre ella y Alejandro. —Esto está mal, Alejandro. No podemos seguir por este camino. Va en contra de todo lo que es ético y moral. Las palabras de Ximena emergieron con dificultad de sus labios, intercaladas con suspiros agitados, como si luchara con un huracán interno. Un torbellino de pensamientos confusos invadía su mente, donde la racionalidad y el deseo chocaban una y otra vez. Sabía que debía resistirse, proteger a su madre y salvaguardar su propia integridad moral. Pero, al mismo tiempo, existía una fuerza magnética que la atraía hacia Alejandro, una atracción que no podía negar. El corazón de Alejandro palpitaba aceleradamente, sintiendo una mezcla de emoción y culpa que parecían abrumarlo. No deseaba hacerle daño a Ximena , pero se encontraba en una lucha constante para no traspasar los límites establecidos. Su deseo por ella era como un fuego incontrolable, capaz de consumir cualquier barrera impuesta por la ética y la moral. Era una batalla interna entre cumplir con sus deberes y sucumbir a sus más oscuros anhelos. —Ximena, comprendo perfectamente tus preocupaciones y siento una conexión tan intensa contigo que no puedo ignorar —confesó Alejandro, con una voz entrecortada por la pasión y un brillo de deseo en sus ojos—. Cada vez que te miro, siento cómo nuestro ser interior se entrelaza en una ola de emociones y deseos. Quiero entregarme a ti de una forma que nunca antes he experimentado, hacerte gemir de placer en mis brazos como lo hiciste anoche. Quiero sentir el calor de tu ser mientras nos sumergimos en una pasión incontrolable. Puedo percibir ese deseo en tu respiración agitada, el mismo deseo que arde en mí. Ximena, retrocediendo cada vez más, luchaba por mantener una distancia segura entre ellos. En sus ojos, además de una convicción profunda, se apreciaba también una chispa de tristeza, como si estuviese lidiando con una guerra interna agotadora. Su determinación era palpable, alimentada por la fuerza de sus principios. —Lo que sentimos no puede justificar las acciones que podríamos emprender. Debemos encontrar la fortaleza en nosotros mismos para resistir esta atracción, por más abrumadora que sea. No podemos permitir que nuestra entrega mutua lastime a mi madre de esta manera —reafirmó Ximena con una determinación inquebrantable, luchando denodadamente contra el fuego de deseo que la consumía. Alejandro dio un paso más cerca, con su mirada fija en Ximena. Con delicadeza, tomó un mechón de su cabello entre sus dedos. Sus ojos reflejaban el conflicto que también habitaba en su interior. —Lo sé, Ximena. Lo comprendo perfectamente. Pero no puedo negar lo que siento por ti. Es un desafío constante entre el deber y el deseo, entre la razón y la pasión. ¿No crees que merecemos darle una oportunidad a lo que hay entre nosotros? ¿De descubrir si nuestras almas están verdaderamente conectadas? El ambiente se llenó de tensión y una lucha interna se desencadenó en los corazones de Ximena y Alejandro. Ambos sabían que debían resistirse, pero el deseo y la atracción los empujaban hacia un camino peligroso y prohibido. El destino, finalmente, estaba en sus manos, y la decisión que tomaran podría cambiar sus vidas para siempre. El tiempo pareció detenerse mientras los pensamientos se agolpaban en sus mentes. Cada mirada y cada palabra susurrada, llevaba consigo el peso de un dilema moral. Sin embargo, no podían negar que la química y la atracción entre ellos era innegable. Ximena recordaba la noche pasada en la penumbra, cuando el mundo desaparecía y solo existían ellos dos. Eran momentos de pasión y desenfreno que no había experimentado con nadie más. Pero ahora el peso de la realidad y las consecuencias golpeaban con fuerza su conciencia. Alejandro, por otro lado, luchaba con sus propios demonios internos. Sabía que como padrastro tenía una responsabilidad y unos límites que no debía traspasar. Pero la atracción hacia Ximena era como una llama inextinguible que consumía su razón y lo impulsaba a buscarla, a estar cerca de ella. Cada encuentro entre ellos se volvía más intenso, más peligroso. El deseo ardía bajo la superficie, amenazando con romper todas las barreras éticas y morales que intentaban mantenerse en pie. Pero también existía un miedo latente, un temor a las consecuencias que podrían enfrentar si cedían a la tentación. Mientras ambos luchaban con sus sentimientos encontrados, la vida seguía su curso sin detenerse. Y en cada mirada furtiva, en cada roce accidental, se encontraban atrapados en un juego peligroso en el que solo uno podía salir ileso. Ximena pensaba en su madre, en cómo sería devastador para ella descubrir la verdad. Pero también se preguntaba si la pasión que sentían era capaz de desafiar todas las normas establecidas. ¿Acaso el corazón tenía la capacidad de juzgar lo correcto y lo incorrecto? Alejandro, por su parte, se debatía entre el deber y el deseo. Se cuestionaba si su atracción por Ximena era solo un capricho pasajero o algo más profundo y verdadero. ¿Valdría la pena arriesgarlo todo por una oportunidad de explorar el amor y la conexión que sentían? En medio de la oscuridad que los envolvía, el destino les ofrecía una encrucijada. Una oportunidad para decidir qué camino elegir, qué sacrificios estaban dispuestos a hacer por ese amor prohibido. Días después, Alejandro seguía intentando acercarse a Ximena de manera sutil y cautelosa. Durante las comidas familiares, encontraba formas de tocarla bajo la mesa, aprovechando los momentos en los que su esposa, no se daba cuenta. Una noche, en plena cena, Alejandro deslizó su mano por debajo de la mesa y rozó el muslo de Ximena con sus dedos. Ella se estremeció, sintiendo una oleada de emociones recorrer su cuerpo. Sus miradas se cruzaron por un momento, pero ambos sabían que debían mantener las apariencias frente a los demás. —Alejandro, esto no está bien —susurró Ximena, luchando contra la atracción que sentía hacia él. —Lo sé, Ximena. Pero no puedo evitarlo —respondió Alejandro, con voz llena de anhelo. Después de la cena, Ximena se retiró a su habitación, tratando de alejarse de las tentaciones y los conflictos internos que la atormentaban. Se recostó en la cama, sintiendo una mezcla abrumadora de emociones. Sabía que debía resistirse, que debía pensar en la lealtad hacia su madre y proteger todo lo que ella había construido. Sin embargo, el deseo que Alejandro despertaba en ella era cada vez más difícil de ignorar. Mientras tanto, Alejandro se encontraba frente al espejo en su estudio, observando su reflejo con frustración. —No debería sentir esto. Es inapropiado y peligroso —se reprendió a sí mismo en voz alta. Pero su corazón no podía negar los sentimientos que tenía por Ximena. Cada vez que la veía, sentía cómo su corazón latía con más fuerza y su mente se nublaba de deseos prohibidos. Decidido a no rendirse, Alejandro se propuso encontrar una oportunidad para hablar a solas con Ximena y expresarle sus sentimientos. Sabía que debía ser cuidadoso y respetar sus decisiones, pero luchaba contra sus propios impulsos. Sabía que una confrontación entre ellos podría terminar en un desastre, pero su corazón estaba dispuesto a correr el riesgo. El destino de Ximena y Alejandro se encontraba en un delicado equilibrio, donde la pasión y la moral chocaban constantemente. Ambos debían enfrentar sus dilemas internos y tomar decisiones difíciles. Solo el tiempo diría si podrían encontrar una solución que no causara más dolor y conflicto a todos los involucrados. Pero una cosa era segura, el desafío de resistir sus deseos prohibidos se volvía cada vez más arduo, y ambos deberían encontrar la fuerza interior para decidir qué era lo correcto para ellos y para las personas que amaban.
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