Adriano. —Has estado de tu cuenta estos dias, me imagino — escuché la voz de mi madre Amelia espantarme en la cocina mientras me servía un café. —Buen día, mamá — —Será buenas tardes, no ves que son pasadas del medio día? Que has estado haciendo Adriano? Anoche a que hora llegaste a casa?— ella siempre de mamá gallina, cuidando a su pollito. Rayos, no tenia idea de que ya era mediodía. Anoche las cosas se pusieron agrías. —Trabajando, mamá. He tenido asuntos que resolver. Desde temprano he estado muy ocupado— recordé que ayer entré a las dos de la tarde al almacén de las afueras y salí a las tres de la mañana. —Ouh, por cierto, ya llegaste— casi no me doy cuenta. Ella me miró como si estuviera loco. —Tu no eres así, estás como despistado. Acaso la mafia te tiene tan mal?— arr
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