Abigail regresó a la mansión con una sonrisa radiante y el corazón aún palpitando de emoción por haber conocido a Becky. Norah, que caminaba a su lado, no pudo evitar notar la alegría en el rostro de la joven. —¿Ves? Te dije que conocer a alguien de tu edad te haría bien —dijo Norah, sonriendo. —¡Sí! Becky es increíble, Norah. Me siento como si la conociera de toda la vida. ¡No puedo esperar para hablar con ella de nuevo! —exclamó Abigail, sacando su teléfono para revisar el número que habían compartido. —Es genial tener una amiga con quien compartir cosas. ¿Ya tienes planes para hablar con ella? —preguntó Norah, animada. —Sí, claro. Quiero invitarla a venir aquí un día. Estoy segura de que se llevaría bien con todos —respondió Abigail, llena de entusiasmo. —Eso suena perfecto. Estoy