La mañana amanecía agitada para los miembros de la organización Lombardo. Gracias a la astucia y habilidad de Elisa, estaban al tanto de la situación que el detective Castell estaba creando en su contra. Rápidamente hicieron las maletas y decidieron huir a un lugar en Nueva Jersey, lejos del acecho del detective Castell, que seguía sus pasos con sagacidad y firmeza. Una vez que tuvieron todo listo para partir, se metieron en la camioneta. Elisa, con una expresión grave, se dirigió a Max, Elliot y Samuel, quienes estaban allí. —Escuchen —comenzó Elisa, con la voz tensa. —Castell tiene entre ceja y ceja desmantelar y acabar con la organización Lombardo. No podemos quedarnos aquí. Max, con el ceño fruncido, la interrumpió. —¿Qué sabes de Castell? Elisa respiró hondo antes de continuar. —Fr