Al día siguiente, las aguas comenzaron a calmarse para Max. Su esposa, Abigail, y el bebé estaban fuera de peligro, aunque ella necesitaba reposo absoluto y debía evitar el estrés y las preocupaciones. Por otro lado, Elliot también había salido bien de la operación: lograron extraerle la bala y se encontraba fuera de peligro, lo que le brindaba un respiro a Max en medio de la tormenta emocional que lo rodeaba. A pesar de todo, se sentía un poco más tranquilo. Norah llegó desde la mansión, preocupada al ver a Max tan abatido y con la misma ropa de la noche anterior. Había pasado toda la noche en el hospital y su agotamiento era evidente. Se acercó a él con cariño y dejó de lado el tema del contrato que había firmado para casarse con Abigail. —Max, cariño —dijo Norah, acariciándole el braz