En las elegantes oficinas de Empresas Walton, Ethan iba con firmeza, con la mano entrelazada con la de Isabella, que lucía radiante a pesar de su embarazo. La conexión entre ellos era única, un amor que florecía en cada mirada y sonrisa compartida. Sin embargo, el ambiente cambió cuando Isabella cruzó su mirada con Anabelle, que se encontraba al otro lado de la sala. La tensión se hizo evidente; la mirada desafiante de Isabella se clavó en Anabelle como dardos, desafiando su presencia. Anabelle, sintiendo el peso de esa mirada, se enderezó en su silla, tratando de mantener la compostura. «Parece que la competencia se ha vuelto más intensa de lo que pensaba», murmuró para sí misma, mientras su mente maquinaba un plan para recuperar el control de la situación. —¿Te sientes bien, Anabell