Semanas después, Isabella se encontraba sentada junto a Ethan en una banqueta, justo enfrente de la clínica de fertilidad donde habían recibido la noticia que tanto anhelaban: el procedimiento había sido un éxito y ella estaba embarazada de apenas unas semanas. La emoción de la noticia era abrumadora, pero también lo era la ansiedad que sentían al pensar en cómo comunicárselo a sus madres. Aunque estaban casados, su relación era un acuerdo contractual, una fachada que complicaba cualquier conversación sobre el embarazo. Isabella miró a Ethan; su rostro reflejaba una mezcla de alegría y preocupación. —¿Cómo se lo vamos a decir a nuestras madres? No sé cómo van a reaccionar al enterarse de que estoy embarazada y menos aún de que fue a través de un procedimiento in vitro. Ethan suspiró, r