Una semana después Sasha se sentaba en el sillón de la terraza de la casa de sus padres en Griffin, para tomar un vaso con agua y descansar un poco de la paliza que Daniel les estaba metiendo a él y a su madre en la pista de tenis, cuando de repente sintió unos brazos rodeándolo y sonrió porque sabía perfectamente quién era. –¡Dime en este exacto momento que soy la cuñada más hermosa del planeta! – Pidió Dorinda intentando abrazarlo con su pancita de seis meses y Sasha se giró para verla. –La más hermosa y la mejor, porque estás a punto de darme el sobrinito más hermoso del mundo. –Contestó Sasha sonriendo mientras que dejaba un beso en la panza de su cuñada que se sentó a su lado. –Lo veo muy feliz. –Murmuró mirando a Daniel jugar con su madre. –Te diría que naciste para él, pero record