Sábado 12 de septiembre de 2020.
Zaya dejó el auto en un lugar del estacionamiento del supermercado de un solo movimiento y saltó del auto. Traté de salir también, pero él cerró la puerta con su control remoto, me miró fijamente hasta que fruncí el ceño y aparté la mano de la puerta. Luego la desbloqueó y me la abrió.
Salí y lo fulminé con la mirada, pero luego sonreí.
—No abres puertas, cariño, solo debes ser sexy y linda. Mira, ya tienes dos trabajos —dijo Zaya.
—Pobrecita princesa, trabajando duro por el dinero —canturreó Eli.
Parecían estar de muy buen humor al haber encontrado a su compañera a pesar de que sus hermanos mayores no estaban de acuerdo. Me preocupaba que hacer las compras fuera incómodo, pero Eli empujó el carrito y Zaya echó un montón de cosas al azar en el carrito
