Capítulo 3

2501 Words
Viernes 11 de septiembre de 2020 No iba a dejar que Noah me mandara. Iba a ir a la Cabaña. Jillian estaría allí y era la cabaña de su compañero, así que me sentía lo suficientemente segura. Después de las clases, me duché y me vestí con un mini vestido negr0 con mangas bombachas en los hombros, medias negras y zapatos Mary Janes de tacón alto. Incluso me tomé el tiempo para maquillarme. Ojos de gato y labios rojos. Me sentía un poco extraña con eso puesto. —¡Wow! —Exclamó Jillian. Sonreí ante ella. Bajamos al vestíbulo donde Chet estaba esperando. Estaba triste de que Toby no viniera. Solo estaríamos yo, Jillian, los Cuádruples y Devilique. Así le decía ahora. —¿Emocionada por tu cumpleaños mañana? —preguntó Chet mientras cargaba mi maleta en el maletero de su auto. No. —Sí —le mentí. —Pronto encontrarás a tu pareja —comentó Chet. Espero que no. —Esperemos que sea así —dije. Realmente no necesitaba que algún chico me rechazara en este momento, cuando ya estaba temiendo este año escolar. Las cosas en casa se habían vuelto un abismo financiero. La abuela me dijo que no volviera a casa para Halloween o Navidad porque no podía permitirse alimentarme y era demasiado orgullosa para pedir ayuda a la manada, a pesar de que los líderes de la manada daban dinero a los miembros menos afortunados todo el tiempo. Para eso estaba la manada. Se suponía que era como una familia. Realmente no tenía mucho que ofrecerle a mi pareja aparte de amor y compañía. Suspiré. Me subí en el asiento trasero y nos fuimos. Chet conducía su auto muy rápido para impresionar a Jillian, quien chillaba de alegría, disfrutando del viento en su cabello. Vi otros dos autos deportivos. Uno lo conducía Jonah y Angelique iba en el asiento del pasajero. Me sentí nauseabunda de nuevo. Según Jillian, era un Maserati. El otro auto era un vehículo de lujo que no reconocí, pero era hermoso. Era de color n***o mate. Noah lo conducía y Elijah e Isaiah iban en los asientos traseros jugando en sus teléfonos. Noah competía con Chet y sonreía, pero luego me vio en el asiento trasero del auto de Chet y su actitud cambió por completo. Frunció el ceño y apretó sus manos sobre el volante con violencia. Cuando llegamos a la Cabaña, tenía miedo de enfrentarme a Noah. La "Cabaña" era una enorme casa de vacaciones en el bosque con un muelle y un lago privado. Tenía tres pisos sin contar el ático y el sótano. Estaba decorada en colores cálidos: crema, mostaza, dorados antiguos, marrones chocolate y rojos suaves. La paleta de colores recordaba al otoño. La cocina era más grande que toda mi casa. Había una enorme sala de estar, una sala de televisión con una pantalla plana enorme y cómodos sofás, una sala de juegos con una mesa de billar y otra gran televisión con consolas de juegos, una piscina cubierta y jacuzzi, una piscina al aire libre y otro jacuzzi en un patio y horno de ladrillo, siete habitaciones y ocho baños. Había una ama de llaves llamada Lana, una mujer de mediana edad con cara en forma de corazón y un aire demasiado rígido que no le quedaba bien. Nos miró con desprecio a Jillian y a mí. Ciertos miembros del personal de las familias de élite odiaban atender a amigos pobres de la aristocracia, inclusive una criada de la casa de un Alfa tenía un rango más alto que la mayoría de los miembros de rango bajo de la manada. A ese personal también parecía no gustarle que los chicos ricos aceptaran a chicas sin dinero familiar como parejas. Lana era definitivamente ese tipo. —¡Ten cuidado! ¡Ese jarrón de cristal es extremadamente caro! —dijo Lana con un aire de absurda superioridad. —El jarrón es para ella —dije indignada. El jarrón contenía tres docenas de rosas rosadas de tallo largo y una enorme etiqueta en forma de corazón decía "Para Jillian, mi compañera, mi amor, mi vida". Lana frunció el ceño ante la nota y agregó. —No estaba hablando contigo, querida. Conoce tu lugar. ¡Wow! Antes de que pudiera protestar enojada, Noah entró a la cocina y Lana sonrió ante él. —Oh, Alfa… —Solo un momento, Lana —dijo Noah rápidamente y para indignación de Lana, agarró mi mano y me llevó a la despensa cerrando la puerta detrás de nosotros. —¡Te dije que no vinieras! —gritó Noah. Sus ojos estaban negros. Esto era ridículo. —Jillian es mi mejor amiga y Chet es su pareja —dije casi sin ganas de hablarle— ¡Tú eres un extraño que ni siquiera admite que hablamos una vez! ¿Por qué debería escucharte? —Noah frunció el ceño como si realmente estuviera molesto por mis palabras. Se recuperó rápidamente. —¡Soy tu alfa! — dijo. Oh si, estaba eso. Aunque no era oficialmente el Alfa todavía. Suspiré, cansada de ser regañada por todos. —Está bien, Alfa, lo siento. No volverá a suceder… La expresión de Noah se suavizó. Agarró mi mano y con su pulgar acariciaba mi muñeca. Suspiró. —No tienes que llamarme Alfa —murmuró. —Pero tengo que obedecerte, así que podría empezar ahora mismo —dije cansada, estaba mentalmente cansada. Noah se irritó. —¡Bien, como quieras! —exclamó, mirándome de arriba a abajo. Lamió sus labios y salió enfadado de la despensa. Yo salí caminando, suspirando para mí misma, sin tener ganas ya de mi cumpleaños de mañana. Sabía que no recibiría regalos. La abuela estaba totalmente arruinada. Jillian tal vez me compraría algo aunque le dije que no perdiera su tiempo ni dinero en mí. Podía oír gritos y risas afuera. Jonah, Noah y Angelique estaban jugando en el lago. Los chicos llevaban trajes de baño, sus abdominales perfectos estaban a la vista y brillaban al sol. Angie llevaba un bikini dorado brillante. Era tan delgada como una talla cero. Tenía que admitir que sentía envidia. Me sentía insegura acerca de mi cuerpo. Llevaba una talla seis y era curvilínea. Jillian, que también era delgada, tal vez una talla dos, siempre se lamentaba del hecho de que yo tenía los senos y caderas que ella quería. Honestamente cambiaría mi cuerpo por el de ellas. Siempre me habían molestado y algunas personas insinuaban que estaba gorda, aunque tenía un peso normal para mi altura. Me cambié a mi traje de baño, un bikini n***o con mangas abombadas y braguitas de cintura alta. Me puse un kimono encima y me quedé en el asiento junto a la ventana en el descanso de la escalera. Podía ver el muelle y el lago desde aquí. Angie estaba encima de los hombros de Jonah y Jillian estaba besando a Chet mientras se acurrucaban en una manta de playa en la orilla. El agua y los alrededores del lago eran hermosos y prístinos, como algo sacado de una postal. Noah salpicó a Jonah y Angie con agua y luego salpicó a Jillian, quien se vengó. No podía ir allí así. Suspiré. —¿Por qué estás tan triste? —dijo una voz. Levanté la vista. Isaiah. Ugh. El más malo de los Cuatrillizos. Lo ignoré. —¡Oye! ¡Te estoy hablando! —se alteró porque una don nadie como yo lo ignoró. Sentí la obligación de mirarlo. —¿No me dijiste que me largara el otro día? ¿Para qué me hablas? Sonrió con suficiencia y soltó una pequeña risa como si eso fuera divertido. —Estaba muy borracho cuando dije eso —admitió. Esa no era una excusa. Se sentó junto a mí en el alféizar. Sentí su mirada recorriendo mi figura. Instintivamente, me cubrí antes de que pudiera insultar mi cuerpo. —¿Por qué te cubres? ¿Qué escondes? —preguntó. —Sólo... mira sé que ustedes no me quieren aquí, pero vine a apoyar a mi mejor amiga, está siempre allí para mí y está muy emocionada por haber encontrado a su pareja —le expliqué. —Nunca dije que no te quisiera —Isaiah mientras miraba a los chicos afuera y luego clavó sus ojos en los míos. —¿Aquí? —agregué la palabra que faltaba. No dijo nada en respuesta a eso. —Mañana cumples dieciocho. Tenemos que quedarnos despiertos hasta la medianoche y celebrarlo —dijo Isaiah con demasiada naturalidad. —Um, está bien —hable cautelosamente, recordando lo que Noah había dicho sobre Angie aprovechando esta oportunidad para intentar humillarme. —Ok —dijo Isaiah levantándose y extendiendo su mano. Traté de estrechar la mano, pero me levantó y me sacó de la casa. —Hey, ¡no, por favor, no sé nadar! —grité con mi pecho demasiado agitado. Noah levantó la vista preocupado. Devilique, mi prima malvada,  parecía enfadada de verme aquí, entrometiendo mis narices en su tiempo con los Quad. Jillian vitoreó cuando me vio y Chet sonrió. Isaiah me arrastró por el muelle. El salto desde este punto sería caer en agua muy profunda, me lanzó al agua directamente con él. Grité y tragué bocanadas de agua, escupiendo. Antes de que pudiera debatirme demasiado, Isaiah me tenía en sus brazos, estilo nupcial, mientras nadaba conmigo. Mantuve mis brazos alrededor de su cuello, aferrándome como si fuera lo último. Noah me observaba, sus ojos mostraban ira y algo más… —Pon tus piernas alrededor de mí. Será más fácil —dijo Isaiah. Hice lo que se me dijo sin pensarlo demasiado. Lo miraba directamente a los ojos verdes. —Me gusta tu traje de baño... y esas mangas con volantes —dijo riendo. —No me gustan mis brazos —solté—. Así que siempre uso mangas. —¿Qué hay de malo en tus brazos? —preguntó. —¡Son enormes! —le dije ya un poco exasperada. ¿Por qué le estaba contando todas estas cosas? ¿Por qué me sentía cómoda con el Quad más malo? Se rió entre dientes. Ahí venía el insulto. —Eres pequeña. Estás loca y no entiendo de qué hablas —se rió. El insulto no fue tan ofensivo. ¿Pequeña? ¿Estaba él loco? De repente fui consciente de las dimensiones de su cuerpo y el mío. Era unos 40 centímetros más baja y él debía pesar al menos cien libras más que yo, pero todo era músculo magro. Tenía hombros anchos. Sus bíceps y tríceps estaban abultados. Podía sentir sus abdominales de roca contra mi suave vientre debajo del agua. Su pecho era firme. Me pilló mirándolo y se rió. Flexionó los pectorales como hacían los bailarines exóticos masculinos y yo me ruboricé profundamente. Tenía los brazos alrededor de mi cintura. Me moví un poco en su agarre. Fue entonces cuando sentí un gran bulto duro que me empujaba, acomodado contra mi bikini. Grité y Isaiah sonrió pícaramente. —Ves, no estoy mintiendo —dijo elevando sus labios de medio lado en una sonrisa hipnótica—. Me gusta lo que veo —su voz era ronca. Hizo que mi estómago se apretara. El calor se encendió en mi vientre inferior. Isaiah empujó sus caderas contra mí un poco. —No —protesté débilmente. Él se detuvo inmediatamente, para mi alivio. No quería ser usada por él y sus hermanos y volver a la escuela el lunes sintiéndome como una estúpida promiscua. —¿Puedo preguntar por qué? —fue bastante educado para preguntar. Dije lo único que se me ocurrió —Me estoy guardando para mi compañero. —Entonces eres virgen —dijo al tiempo que sus ojos verdes se oscurecieron. —Estoy segura de que ya lo sabías. ¿No puedes olerlo? —pregunté. Los alfas y otros lobos poderosos podían oler si una loba estaba emparejada o sin marcar. —Sí, puedo olerlo —su tono dijo suavemente. Me salpicaron la cara con agua. Chillé. Estaba tan absorta en mi extrañamente cautivadora e íntima conversación con Isaiah que me había olvidado de que estábamos aquí con los demás. Angie me había salpicado. Ella lanzó la cabeza hacia atrás riendo. —¿Muy pegajosa? —dijo sarcásticamente mientras abrazaba a Isaiah. Isaiah todavía me sostenía en el agua fresca y profunda y no parecía dispuesto a dejarme ir pronto. Hizo que mi cabeza se llenara de todo tipo de pensamientos sucios que normalmente no tenía, como qué pensaría él sobre otras partes de mi cuerpo, esas que no se dejaban ver. ¿Qué parte de mí sería su favorita? ¿Cuál parte de él sería mi favorita? Ya tenía un fuerte contendiente que se hacía notar mientras seguía empujando contra mi bikini. Mi centro comenzó a mojarse en anticipación de él. Oh no. Esto era vergonzoso. Todos olerían mi cuerpo reaccionando exageradamente al toque de Isaiah. Mordí mi labio. —¡Oye! Vamos, ven aquí, estamos teniendo una guerra de agua —dijo Angie, tan mandona como cuando éramos niños. Ella sabía que no sabía nadar. —Ella no sabe nadar —le dijo Isaiah sin quitarme los ojos de encima. —Bueno, entonces ambos deben venir conmigo —gruñó Angie prácticamente. —¡Vete al diablo! —llamó Isaiah, provocando risas de Jonah. Tal vez esa era su frase de moda o algo así. Había tomado las cosas tan duramente la otra noche. —Lo siento —le susurré a él, sonrojándome. —¿Por qué? —preguntó, luciendo realmente confundido. —Por arruinar tu diversión —dije tímidamente, frunciendo el ceño. Él tenía que cuidar de mí porque no sabía nadar. Pero su rostro se relajó y se rio. —Tú eres mi diversión, pequeña idiota —dijo. —¡Eh! —chillé al ser llamada idiota. —¿Qué? —gruñó Isaiah haciéndome temblar mientras presionaba su nariz contra la mía y dejaba que sus ojos se volvieran negros. Se acercó aún más, sus ojos medio cerrados y sus labios entreabiertos, —No me beses —susurré. —¿Por qué no, Star? —susurró. Conocía mi nombre. —Me lo guardo todo para mi compañero —volví a usar la misma excusa. —Maldición, ¡ese tipo será un afortunado compañero! —gruñó Isaiah juguetonamente. Reí. Me quedé así durante mucho tiempo, solo aferrándome a Isaiah, disfrutando del agua y la sensación de su cuerpo. Un pensamiento golpeó mi cordura en ese momento ¿Cómo no pensé en esto antes? —Oye, probablemente tienes una novia —dije tristemente. —No —se rió. —¿Y Angie? —pregunté. —Ella es de Jonah, sea lo que sea que ellos tienen. No usan etiquetas ni nada —murmuró. Vaya, así que ella no tenía una relación formal sobre los cuatro. Apenas mantenía su reclamación sobre uno. Sonreí. No me importaba lo que dijera Noah. Ya estaba aquí y como Isaiah dijo, debería celebrar mi cumpleaños y divertirme un poco.
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