José Miguel Mi alma estaba destrozada. Necesitaba aire, paz... Y más que nada, lo necesitaba a él. ¡Diablos! Arón fue uno de los mejores amigos que la vida me regaló. Desde que lo conocí, le consideré mi amigo, y con los años se convirtió en un hermano. Luisanna, su esposa, también me tomó mucho cariño y yo a ella. Me partía el alma verla tan abatida emocionalmente. ¿Y cómo no? Si su compañero de vida se debatía entre la vida y la muerte. Cuando la ambulancia llegó a la casa, los paramédicos tomaron el cuerpo de Arón lo colocaron en una camilla y lo examinaron. Tal parece que solo le quedaba un hilo de vida, porque el rostro de Luisanna se iluminó. Ella juntó sus manos y elevó su rostro al cielo, pidiendo un milagro. Otros dos, tomaron a Rómulo y se lo llevaron. Horas más tarde, cuando