Al cabo de un rato, Willow se encontraba diseñando junto a Kyllian los últimos bocetos que faltaban, ya había oscurecido y la mayoría de los empleados se habían marchado, quedando solamente, ella y su jefe. Bajan las escaleras hasta llegar a la entrada de la empresa, dónde los vigilantes le abren la puerta del auto y ambos suben a su interior.
—No era necesario señor —repite la joven apenada por el aventón.
Kyllian hace un gesto con su mano restándole importancia.
—Ya te he dicho que no me molesta, además no permitiría que tomes un taxi a esta hora, te pondrías en riesgo —alega sin despegar la vista de la carretera.
—Vale, sé lo agradezco —musita en voz baja.
Un silencio incómodo se forma en el auto, por lo que Willow se dedica a observar las calles de Brooklyn siendo iluminadas por f
