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1796 Words
—Sigue siendo tu manera de ver la vida pero mi perspectiva es otra y me siento bien estando soltero, no creo que sea importante como tú piensas —expresa conteniendo el agobio que siente en ese momento, no desea seguir con la misma conversación y ya quiere que el tema quede zanjado. —Bueno, creo que tú y yo nunca nos vamos a poner de acuerdo sobre ese asunto —suelta y observa sobre su nieto a la muchacha que se encuentra atrás un poco insegura, es capaz de leer su lenguaje corporal y llega a la conclusión de que la joven allí en pies se encuentra cohibida. Entonces le hace señas a las muchacha, quién se acerca rápidamente para escuchar lo que le va a decir. —Sí, señor. —Por favor, si eres tan amable de traerme un poco de agua. Gracias —le hace la petición y ella la acata. En todo ese tiempo es incapaz de echarle un solo vistazo al hombre presente. De alguna manera su presencia la somete de una forma que no puede explicar. De manera que se dirige a la cocina a buscar el agua que le ha pedido el señor. El teléfono de Kyllian comienza a sonar repentinamente y tiene que levantarse para tomar la llamada no sin antes pedirle permiso y disculparse con su abuelo por la interrupción de la llamada. Jean Pierre suspira hondo, su nieto sigue siendo el mismo, el hombre renuente y cabeza dura de siempre, bueno en los negocios, pero un desastre en el tema amoroso. —Padre, entiéndelo, aún no se siente preparado —habla Susanne llevando un pedazo de carne a su boca. —Debo presionarlo, si fuera por ti siquiera se hubiera hecho cargo de la compañía. Lo has malcriado a tu manera de una forma que no estoy de acuerdo, es lo mismo que hiciste con mi hijo, llenarle la cabeza de boberías. Así que te diré una cosa Susanne —la señala con el tenedor—. Quiero que Kyllian se case para que herede mi fortuna, de lo contrario, se quedarán sin un centavo de mi bolsillo. —Pero... —Te daré seis meses, tiempo que tendrás para conseguir una buena candidata digna de mi nieto. A cambio de esto te daré la mansión familiar —propone secando la comisura de su labios con la servilleta. —De acuerdo, no se preocupe por ello. Le prometo que encontraré a la futura esposa de Kyllian, de hecho conozco a varias candidatas que podrían ser las indicadas —comenta la mujer sonando segura. Susanne, una mujer ambiciosa y astuta, está decidida a hacer lo que sea para que su hijo se case con una mujer, con tal de cumplir aquel trato con su suegro, y conseguir su objetivo, ser dueña de la mansión François. 3 Willow corre en la acera para no perder el autobús que está a punto de arrancar, pero logra llegar a tiempo y se sube en el transporte. Su despertador no ha sonado y se ha quedado dormida, solo espera no tener problemas por ello. Aunque con lo poco que ha conocido de la señora Susanne, seguro no dejará pasar esta falta de impuntualidad de su parte. Resopla mientras apoya la mejilla en su palma. Observa el paisaje por la ventanilla, el cielo está despejado y a diferencia de otros días, no hay indicios de lluvia. Las personas caminan despreocupados, en su propia burbuja alejados de la realidad del resto, y es que la mayoría de la gente no sentían el más mínimo interés en el bienestar ajeno. O bueno, así es como lo veía Willow, basado en su propia experiencia. Mucha veces se enfocaba en sus problemas y olvidaba que los demás también los tenían, que cada uno cargaba un peso sobre sus hombros el cual el resto del mundo no estaba enterado. Que detrás de esa sonrisa radiante se escondía el dolor, pero no todos podían verlo, puesto que estaban ocupados en sus propios asuntos. Saca el diario de su mochila, y escribe lo que está sintiendo justo ahora. «Sola, así es como me siento en este instante. Sin nadie que me comprenda, que entienda la horrible sensación de la soledad. Puedo estar feliz y cambiar de emoción drásticamente, es como si de pronto el sol hubiera desaparecido dando paso a los nubarrones, que advierte de la repentina tormenta que se avecina. No tengo palabras para expresar todo lo que me gustaría soltar, gritar a los cuatro vientos hasta desgarrarse mi garganta. Sin embargo, al final termino tragándome el nudo que se ha formado, hago caso omiso a mis emociones aparentando estar bien, es una careta que construyo y así no parecer frágil, débil ante los demás» Con cinco minutos de retraso, al fin llega a la residencia François. Se baja del autobús y cruza el portón que es abierto por el vigilante. Corre por el jardín y cuando está a punto de golpear la puerta, esta es abierta mostrando a la dueña. —Seño... —tira de su brazo arrastrándola dentro de la mansión. —Tenías que estar aquí hace minutos y acabas de llegar, ¿Es así como empiezas tu segundo día de empleo, llegando tarde? —la joven agacha la cabeza. —L-lo siento, le prometo que no volverá a ocurrir —asegura con la respiración acelerada de lo apresurada que venía. —Por supuesto que no volverá a ocurrir, porque ya no trabajarás aquí —emite Susanne. El rostro de Willow se desencaja. —¿Qué? Pero seño... —Te he conseguido un nuevo trabajo —agrega la mujer con un plan en mente. —¿Ah? —la joven no entiende ni una sola palabra. —¿Cuánto calzas? —pregunta de repente, cambiando de tema y viendo los desgastado zapatos de la chica. —¿Eh? La verdad es que Willow cada vez está más confundida, no sabe a qué se debe la pregunta de la mujer que la inspecciona de pies a cabeza. Susanne agarra las manos de la chica y hace una mueca al verle las maltratadas uñas. —Definitivamente necesitas un manicure, un cambio de look, tirar a la basura esa horripilante ropa que usas. Y afortunadamente tengo a los mejores que harán ese trabajo, ya verás que cambiarás totalmente —comenta llevándose a la chica que siquiera le da tiempo de protestar. Ingresan a una habitación y le ordena que se se siente en la peinadora. La joven obedece sin rechistar y toma asiento en la silla. —Señora, ¿Me podría decir que quiere hacer conmigo? —inquiere al ver que la mujer teclea en su móvil. —Tengo una oferta de trabajo para ti, incluso ganarás el doble de dinero que te iba a pagar aquí, como una simple sirvienta —explica consiguiendo llamar la atención de la joven con eso último. —¿Cómo? —la mujer sonríe acercándose a Willow—. ¿Un trabajo, de qué? —Buen trabajo y fácil, es de asistente personal del mejor diseñador de moda en la industria. Nada más y nada menos que mi hijo, Kyllian, el futuro heredero de todos los bienes François —comienza a decir mientras se pasea por la amplia habitación—. Aunque ese no es el principal trabajo de todo esto. Hay un hombre, ya debes de saber quién, que desea que su nieto se case, pero este no ha encontrado a la mujer perfecta para él. Sin embargo, no se muestra interesado en ninguna de las hijas de mis amigas, así que quizás necesite conocer a otras. Por ello, te he elegido a ti. Willow frunce el ceño confundida. —¿Por qué? —Linda, eso no importa. El punto es que podrías ampliar tus conocimientos en el diseño, me enteré que eso es lo que te gustaría lograr, ser diseñadora de moda, ¿No? —la joven la mira perpleja. —¿Cómo se ha enterado de ello? —no puede evitar preguntarle. —Investigo a todos mis empleados, es por seguridad —se encoge de hombros ante la mirada aterrorizada de la chica—. De hecho, me enteré que tienes deudas que pagar, y créeme que lo que te daré a cambio será mucho dinero. Así que depende de ti aceptar o no esta oferta. Willow se queda sopesando las palabras que ha dicho la señora Susanne. La verdad es que le urge conseguir el dinero para pagar los tres meses de renta que debe, además le vendría muy bien un dinero extra para costear la universidad. —¿Cuál es el objetivo de todo esto? No entiendo —exige una explicación. —Las dos nos beneficiaremos —se limita a decir la mujer—. Solo debes enamorar a mi hijo, y casarte con él. Todo será un juego, linda. Agrega al ver la expresión que ya ha puesto la joven. —Estaría mintiendo —murmura en desacuerdo. —Sí, pero es una mentira piadosa, querida —dice restándole importancia—. Comenzarás a trabajar como asistente personal, es una labor fácil de realizar. Te encargarás de todo y como tendrán que pasar la mayor parte del tiempo juntos, las posibilidades de que terminen enamorados es cien por ciento segura. Claro, cabe recalcar que una vez logrado todo esto, es decir, que te conviertas en su esposa, vas a desaparecer de su vida y podrás ir a hacer una nueva vida en otro lugar, si así lo prefieres. —Eso sería muy cruel, yo no... —Seis meses, ese es el tiempo que tendrás para enamorarlo, casarse y dejar a Kyllian —repite la mujer intentando convencer a la joven de que acepte—. Podrás trabajar en la empresa como becaria, eso te sería de gran ayuda para comenzar a cumplir tu sueño de diseñadora. Incluso pagaré la universidad. Willow se incorpora bruscamente y niega con firmeza. —Lo siento, pero no puedo. No puedo aceptar semejante insensatez —se dirige a la puerta y voltea—. Si me disculpa, tengo trabajo por hacer. —¿Al menos lo pensarás? La chica no responde y se marcha de la habitación bajando los escalones con rapidez. Aún está procesando todo lo que ha dicho aquella extraña mujer, para Willow lo que la señora Susanne planea es egoísta, y jamás jugaría con los sentimientos de otras personas, no, nunca haría tal cosa. Pero, ¿Por qué se siente dudosa en cuánto a si debe o no aceptar el empleo? Bufa. —No Willow, ni se te ocurra caer tan bajo —murmura en voz alta. Se cambia de ropa por el uniforme y se obliga a concentrarse en limpiar para no pensar en la propuesta de la señora Susanne.
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