CAPÍTULO SIETE En cuanto la detective de Homicidios de la policía de Nueva York, Grace O’Reilly, abrió las puertas del Carnegie Hall, supo que algo terrible había pasado. En otras ocasiones ya había visto a la prensa fuera de control, pero nunca como ahora. La cantidad de reporteros era apabullante, y todos con una actitud mucho más agresiva que de costumbre. —¡Detective! Los reporteros seguían gritándole mientras entraba a la sala llena de flashes fotográficos. Aunque Grace y su equipo tomaron un atajo por el vestíbulo, los reporteros no le dieron tregua. Ella tenía cuarenta años y músculos fuertes. Sus ojos eran negros igual que su cabello corto; era una mujer dura y estaba acostumbrada a abrirse paso a golpes. Pero esta vez no sería tan fácil. Los reporteros sabían que tenían una n