ALEJA Me detengo en seco cuando lo veo. Gente. Sacando todas mis cosas de mi apartamento. Empiezan a amontonarse cajas junto a las escaleras, cajas llenas de todas mis cosas: mi ropa, mis zapatos, mis adornos y mis libros. Los ochocientos cincuenta y siete. Diablos, no. —¿Qué demonios está pasando?—. Dejo caer la bolsa y agito las manos. Los de la mudanza me ignoran y siguen subiendo y bajando escaleras. Veo a un tipo cualquiera que baja unas cajas llenas de mis libros. Corro hacia él y le agarro por la camisa. Tiene unos veinte años, probablemente la misma edad que yo. Tiene el pelo largo y oscuro que le cae sobre los hombros y unos ojos azul eléctrico. Se agrandan cuando me ve. —¿Qué demonios crees que haces con mis cosas?—escupo. El hombre me mira como si no acabara de entenderm