La culpa no me deja en paz y la inmensa agonía me oprime el pecho, sigo recluida en cuidados intensivos por el riesgo que está corriendo mi bebé en este preciso momento. Debo de ser fuerte ya basta de sufrimientos y pena, me recuperaré y mi hijo se salvará. Digo entre sueños convencida que saldré de esto y seré una nueva mujer. Robert llega me mira estoy postrada en la cama inmóvil, toma mi mano y me pide perdón, se siente culpable por no haber sabido lidiar con el enojo que le provoco mi rechazo. Está consciente que es tan responsable como yo de esta situación. Aunque su error es mayor. Toma mi mano y deja escapar una lagrima de su mejilla, haciéndome una difícil promesa que desconozco si la cumplirá, ablandar su carácter y dejarme en paz para que sea feliz. Sale de mi habitación abatid